El origen de la expresión “tiene más vidas que un gato”.
Los gatos aparecieron hace alrededor de 60 millones de años y tenían la velocidad y la talla de las jinetas actuales, con un cuerpo alargado y una larga cola, y la visión que el hombre tiene del gato difiere totalmente de una época a otra, cuando eran venerados en el Antiguo Egipto y quemados en la hoguera en la Edad Media.
Eran cazados en las calles y su piel utilizada para la confección de carteras, mantas, alfombras o cojines para sillas, pero los estragos de la peste negra ayudaron a la rehabilitación del gato y empieza a considerarse animal familiar en los textos a partir del siglo XVII y se presenta como ejemplo de higiene ya que se lava hasta veinte veces al día.
La cohabitación de los gatos y los hombres empezó probablemente con el desarrollo de la agricultura que atrajo a los ratones a los lugares de almacenaje de cereales, mientras los felinos se convirtieron en sus depredadores naturales, dando pie quizás tantas frases populares alusivas al pequeño carnivoro, que dicen tiene siete vidas.
Pudiera pensarse que la singular y exclusiva capacidad de los mininos de caer desde grandes alturas sin sufrir el más mínimo rasguño y su habilidad para ponerse a salvo, fueran el origen de la expresión “tiene más vidas que un gato” pero los egipcios tenían la convicción de que tras siete reencarnaciones, podian convertírse en humanos
De ahí la popular frase conocida en el mundo entero, de franca referencia a la suerte o a la buena fortuna de alguna persona frente a cualquier adversidad, sin descontar otras muchas que tiene que ver con el silencioso y astuto animalito, experto en el arte de matar a los dañinos roedores, siempre que goce de buena alimentación.