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El mamey es una de las frutas más gustadas en Cuba y es originario de la América Tropical y Las Antillas

Ronda de los soldados británicos en La Habana.

En mayo de 1762 los ingleses toman La Habana, principal ciudad de la metrópoli española en la isla de Cuba y los capitalinos comienzan a llamar a los invasores de forma jocosa “mameyes” por el color rojinegro de sus uniformes.

Resulta que el uniforme de ceremonia y el de batalla se distinguían por tener una casaca roja y se dice que era para cubrir la sangre de las heridas, y hacerle creer al enemigo que los soldados de la corona de Inglaterra eran inmortales.

Cada noche eran cerradas las puertas de la muralla, tras el cañonazo de las nueve y el patrullaje nocturno en las calles habaneras crecía. Entonces nació la frase “La hora de los mameyes” en franca alusión a los soldados de casaca roja y pantalón negro en las rondas callejeras.

Conde de Albemarle con la tradicional casaca “mamey” del ejército británico.

Lo mismo ocurría, cuando las autoridades imponían el toque de queda, o los uniformados irrumpían en cualquier lugar de la capital de la mayor de las Antillas perturbando la aparente tranquilidad ciudadana.

La sociedad habanera fue implacable con los ingleses y con la gente que se congraciaba con los ingleses. Al punto que cuando se fueron finalmente, los habaneros que les habían servido fueron hasta expulsados de la ciudad”.

La ocupación de la Habana, por parte de los ingleses, duró sólo once meses y se utilizaron nada menos que 53 buques de guerra y unos 22 mil hombres, bajo el mando del almirante George Pockock y del Conde de Albemarle George Keppel.

Cuando en el verano de 1763 los ingleses se preparaban para celebrar el primer año de su llegada a La Habana, una noticia recién llegada de Europa los obligó a suspender los planes, al decir del historiador Ciro Bianchi Ross.

Inglaterra había decidido cambiar La fortificada Habana por Florida, una península pantanosa infectada de cocodrilos y mosquitos que había descubierto Juan Ponce de León un día de Pascua tres siglos antes.

En fin, La hora de los mameyes, puede usarse también como una evasiva o en caso de una decisión seria. Aunque, llueva a cántaros, caigan rieles de punta y hasta un huracán categoría cinco nos deje como el gallo de Moron, sin plumas y cacareando

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