
Los medios de comunicación no pueden recurrir al engaño.
Los conductores radiales hispanoparlantes del sur de la Florida buscan a toda costa que sus programas alcancen cada día mayor audiencia, en ocasiones sin tener en cuenta, que sus métodos pueden llegar a herir la sensibilidad de los seres humanos, al utilizarlos como simples instrumentos.
El engaño es una de las formas recurrentes para lograr ese objetivo y el teléfono el arma idónea, en el contacto de los presentadores de la radio con sus inocentes victimas, ya sean ciudadanos comunes o figuras públicas, inclusive personalidades de la alta política.
No importa quien caiga en las redes de estos depredadores de micrófono, pues el propósito es tomarle el pelo a la persona escogida, olvidando que su interlocutor merece respeto y consideración, y que los medios de comunicación, deben defender inviolablemente la ética como razón de ser.
Las bromas pesadas de la radio miamense provocaron que la congresista republicana Ileana Ros, colgara el teléfono en dos ocasiones consecutivas al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, a pocos días de su elección, al dudar de la legitimidad de las llamadas, recibidas por ella ese día, desde la oficina del mandatario.
Este es uno de esos lamentables casos, que conozco y expongo a manera de ejemplo, para llamar a la reflexión a quienes utilizan estos mecanismos y propongo que sólo por un momento de sus vidas se pongan en la piel de los hombres y mujeres ridiculizados y castigados por ellos a través de la radio.
Estoy convencido que esta forma de hacer, conspira contra el compromiso de cumplir con la libertad de expresión, la objetividad del mensaje, la imparcialidad y la veracidad, porque el engaño está reñido con estos principios básicos de la radiodifusión contemporanea, en cualquier parte del mundo.