El Vaticano está envuelto en un conflicto de grandes dimensiones luego de una sensacional versión del diario Corriere della Sera que plante que de las 34 mil cuentas corrientes del Instituto para Obras de Religión, habría algunas cifradas vinculadas a “dinero de la mafia y provenientes de otras actividades ilícitas, comprendidos sobornos pagados a políticos y a altos funcionarios del Estado”.
El alboroto conocido tras la destitución del presidente de la entidad bancaria, Ettore Gotti Tedeschi, gira en torno a los manejos ilegales en el llamado Banco del Papa, donde depositan montañas de dinero legal la Curia Romana y sus “ministerios” pontificios, la misma Ciudad del Vaticano, las órdenes religiosas, la riquísima Iglesia italiana, diplomáticos, obispos y clérigos.
La citada entidad bancaria, que justifica su existencia por la necesidad de administrar los activos destinados a obras religiosas o de beneficencia, se ha visto enredada en constantes escándalos y misterios sin resolver desde su fundación en 1942 por el papa Pío XII; pero ahora la práctica de lavar trapitos sucios en casa rodo por tierra y todo sale a la luz pública.
En los 60 del pasado siglo, el primer gran revuelo sacude al Instituto para Obras Relogiosas, debido a su relación con la Banca Privata Finanziaria del siciliano Michele Sindona y 1971, el arzobispo estadounidense Paul Marcinkus asume sus riendas y un año después decide ceder el 37% de las acciones a la Banco Ambrosiano que colapsa en 1982 y ensombrece las cuentas vaticanas.
El caso de corrupción política conocido como Tangentopolis en Italia (1993) y el suicidio de dos investigados: Gabriel Cagliari y Raul Gardini, con cuentas en el OIR, vuelve a ponerlos en tela de juicio; sin embargo, como una entidad protegida por el Concordato que no tiene sucursales en el país y que sólo obedece a reclamos del Ministerio del Exterior, dijo no conocer el origen del dinero
Una investigación contra dos directivos de la institución bancaria por violar las leyes italianas de lavado de dinero, llevaron a la policía a incautar $30 millones de dólares en activos del Vaticano en septiembre de 2010, entre otros hechos incendiarios que en los últimos tiempos revelan que no son tan santos, ni confiables los fondos de la casa de Dios en la tierra.
Lo cierto es que la Santa Sede está en llamas y tal parece que el diablo ronda sus predios, cuando la Curia del Estado muestra peligrosa incapacidad de gestión para detener las fugas de información en sucesivos hechos fraudulentos, que ubican al Vaticano en la lista de naciones incumplidoras de las normas de transparencia contra el blanqueado de efectivos monetarios.