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NUESTRA OPINIÓN

Arma contra los retrógrados.

By September 11, 2010November 14th, 2013No Comments

En este mundo hay retrógrados por convicción y retrógrados por conveniencia y estos últimos son los peores.

Hay personas contrarias a cualquier tipo de cambio y en lugar de evolucionar involucionan, es decir que viven atascados en el tiempo, aferrados a conceptos caducos, y lo más indignante es que consideran a quienes piensan y actúan distinto a ellos, individuos carentes de juicio y sentido común.

Estos a los cuales llamaremos retrógrados, se muestra invariablemente indiferentes al sentimiento innovador prevalenciente en el mundo moderno, siempre prestos a entrar en contracción con los demás, no importa el tema  a dilucidar y por propia experiencia recomiendo eludir la polémica con estos seres humanos.

El troglodita, otro calificativo que pudieramos esgrimir, es un insulto a la paciencia ciudadana, por lo que es aconsejable echarlos a un lado y esperar que  se cocinen en el fuego de su ignorancia. Y no estoy llamando a la falta de respeto, porque de forma educada podemos neutralizarlos; sin ofensas, ni maltratos.

Recordemos que el retrógrado, partidario de actitudes opuestas al progreso, es enemigo acérrimo de la palabra cambio y está en total incapacidad de admitir el valor de criterios ajenos y mucho menos reconocer el protagonismo incuestionable y arrollador de las actuales y futuras generaciones.

Esa es la filosofía que los caracteriza y los convierte en instrumentos de la reacción, al extremo de  llegar incluso a provocar a su interlocutor, con el malsano propósito de entablar una conversación, que al final le permita hacer prevalecer a toda costa su punto de vista, en arremetida sin cuartel contra lo nuevo.

En este caso el remedio infalible es callar, porque lamentablemente ellos por retrógrados que sean, tienen todo el derecho del mundo a expresarse, pero nunca reconocerán el nuestro a disentir, o lo que es lo mismo, pensar de otra manera y no hay otra alternativa, de lo contrario corremos el riesgo de ser ofendidos.

Es mejor hasta ignorarlos y si por casualidad hablamos con uno, es preciso de forma inteligente desviar el rumbo que pueda tomar el diálogo. No trate de hacerlo desistir de su criterio por erroneo que sea. No olvide que el retrógrado no está hecho para recapacitar y mucho menos para perder la batalla por lo caduco.