Una historia dudosa y envuelta en el misterio, quizá creada por el rico imaginario popular.
Lola, era una prostituta de La Habana y la mató uno de sus amantes. No pudo soportan que fuera tan puta y le clavó un puñal en el pecho. El suceso se produjo a las tres de la tarde y su victimario que dicen era médico pensó que el crimen sólo ocuparía dos líneas en los titulares de la prensa capitalina de la tarde.
Pero se equivocó y no se sabe porque el presidente de Cuba Ramón Grau San Martín, en un discurso casi al término de su mandato en 1948, miró su reloj y dijo”coño las tres de la tarde! la hora en la que mataron a Lola. Y la frase quedó acuñada para siempre en la memoria popular de los cubanos y no hay oriundo de esa hermosa tierra que no sepa a la hora que ultimaron a la susodicha.
Incluso una conocida canción evoca el hecho. Eran las tres de la tarde/ cuando mataron a Lola/ y dicen los que la vieron/ que agonizando decía/yo quiero ver a ese hombre/ que me ha quitado la vida/ yo quiero verlo y besarlo/ para morirme tranquila/
Lo curioso es que este tema, en cuestión un bolero son, se estrenó en Nueva York el 27 de noviembre de 1935 y no lo compuso un cubano, sino un puertorriqueño, de nombre Rafael Hernández, conocido como El Jibarito, y autor de las inmortales piezas Lamento Borincano, El cumbanchero y Campanitas de cristal
Hernández trabajó en La Habana contratado por una empresa transnacional para dirigir los espectáculos musicales y la orquesta del Teatro Fausto, ubicado en las calles Prado y Colón, entre 1919 y 1925 y en este periodo también participó en las primeras audiciones de la Radio Cubana y se siguieron repitiendo sus visitas a la isla.
A fines de los 40, del siglo XX en el programa que tenía, con Lorenzo Hierrezuelo, en Radio Cadena Suaritos, la inolvidable, María Teresa Vera, cantó mucho esa canción y se especula que el caso guarda cierta similitud con el asesinato de La Bella Murciana, vecina del edificio de Nueva del Pilar esquina a Belascoaín, y donde resultó acusado el doctor Edmundo Mas.
Más allá del contenido machista y violento de la supuesta historia, los cubanos la despojamos de esos significados y la insertamos de forma erótico-festiva a nuestro código de conducta social cotidiano y al observar a otra persona inclinada hacia delante, se le suele decir jocosamente que en esa posición mataron a Lola.
Estar “mejor que Lola”, refiere por su parte un estado de disfrute máximo, mientras “¡Adiós, Lolita de mi vida…!” fue la expresión del fallecido Bobby Salamanca, conocido comentarista deportivo de la radio cubana para narrar en un encuentro de béisbol el momento en que un jugador sacaba la pelota del estadio.
Lo cierto es que todos los cubanos saben a que hora mataron a Lola, pero no la fecha exacta del hecho y está en duda si fue un médico el homicida, si Grau San Martín la mencionó y si verdaderamente ella era una “mujer de la vida” o un personaje imaginario creado a partir de la popular melodía.
Fuente: Ciro Bianchi
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