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Las diferencias políticas limitan su acceso a Grandes Ligas.

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Con el debut de Rusney Castillo, ascendió a 186 la cifra de peloteros nacido en Cuba que juega en Grandes Ligas hasta 2014.

Los cubanos alcanzan el clímax de la popularidad en el béisbol de Grandes Ligas, a pesar de que no todos los prospectos y estrellas de la isla pueden llegar libremente a Estados Unidos y sólo unos pocos logran el propósito a través de terceros países.

Un bloqueo absurdo y real que establece leyes, incluso federales lo impide, como la prohibición del Departamente del Tesoro, a equipos y subsidiarias estadounidenses de pagarle a los cubanos porque es comercio con el enemigo.

Tras escapar deben establecer residencia en otra nación para alcanzar la categoría de agente libre con alrededor del 20 % de las ganancias de sus contratos para quienes los sacan de Cuba y otro tanto, entre el 5 y 10% para sus representantes legales.

Contra viento y marea están presente con ejemplos como el de Aroldis Chapman, el picher más rápido de la actualidad, que promedia poco menos de dos ponches por entrada y figuras claves como Yoenis Céspedes y Yasiel Puig.

Así resulta impresionate el desempeño del inicialista José Dariel Abreu, que rompió el récord de más cuadrangulares conectados en una temporada regular por un principiante con 36, acumuló 107 carreras impulsadas y elevó su promedio de bateo a 317.

Tomás

Yasmani Tomás,  de 23 años integró el equipo Cuba al Tercer Clásico Mundial de Béisbol.

Con estos números nadie dudó en otorgar a otro oriundo de la nación caribeña el título de Novato del Año en 2014 por segunda ocasión consecutiva, condición ganada por su coterraneo el lanzador derecho José Fernández, durante la campaña de 2013.

El interés despertado por los jugadores de la mayor de las Antillas destapó el cofre de los billetes verdes y en 2014 su salario supera los 90 millones de dólares, para incrementar en 24 por ciento el monto del año anterior, mientras en 2015 superó los 135.

Rusney Castillo firmó por 72 millones y medio de dólares con los Medias Rojas de Boston por siete campeonatots, la mayor suma entregada por una franquicia a un cubano, superior en casi cinco millones a la remuneración del cienfueguero José Dariel Abreu.

El jardinero Yasmani Tomás, una joya de la pelota cubana y al decir de los entendidos; el mejor talento del mundo, quien tuvo que escapar como otros del verde caimán firmó u contrato por seis años ascendente a 68 millones y medio de dólares.

Muchos más tendrán que hacer lo mismo, mientras se mantengan las irracionales barreras que imposibilitan a las más estelares figuras del deporte de las bolas y los strikes en Cuba, acceder a las Grandes Ligas de la forma que lo hacen otros latinos.

A pesar la posibilidad de firmar con equipos profesionales en México, Japón, Canadá y otros lugares y un mayor reconocimiento económico y social a peloteros en las Series Nacionales, la tentación del inmenso y millonario mercado queda a solo 90 millas maritimas.

Este es el gran dilema que enfrentan desde hace mucho tiempo los peloteros cubanos en medio de las diferencia políticas entre los gobiernos de Washington y La Habana, pero como dice un viejo refrán: “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”.

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