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Actualmente la mayoría de las categorías presentan exponenciales demoras

El cierre del Servicio Consular en la embajada de Estados Unidos en La Habana en 2017, a raíz de los anómalos incidentes de salud en el personal diplomático, provocó atrasos en el otorgamiento de visas que ahora se acumulan en Cuba.

Bautizada como ‘síndrome de La Habana’, esa situación repercutió negativamente en el flujo migratorio regular y por otra parte contribuyó, entre otras razones, a una inusual estampida hacia la norteña nación.

En este momento la mayoría de las categorías de visas presentan exponenciales demoras, según las reiteradas quejas en  redes sociales, que muestra el malestar de los interesados en emigrar a Estados Unidos a través de vías seguras.

Ahora solo marcha a buen ritmo la IR5 que se concede al padre y/o la madre (beneficiarios) de los ciudadanos estadounidenses (peticionario o patrocinador) de al menos 21 años de edad, para que vivan en territorio estadounidense.

Tampoco en medio del proceso de reapertura están incluidas las visas de no inmigrantes, lo que obstaculiza el desarrollo de visitas familiares e intercambios culturales, deportivos y científicos, «para los que Cuba sigue abierta».

Fue en 2016, cuando personal de la embajada norteamericana en la capital isleña, se quejó de ataques con ondas de radio o rayos ultrasónicos, y ese fue el pretexto que lo complicó todo en materia de migración.

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