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Yarini y el imperio del sexo en La Habana.

el rey de chulos

Alberto Yarini Ponce de León, nació en La Habana el cinco de febrero de 1882, con el don del liderazgo, el gusto por el vicio y el peligro

Alberto Yarini Ponce de León, considerado el rey de los chulos cubanos era un hombre educado, criado en el seno de una distinguida familia y había estudiado en Estados Unidos por lo cual dominaba el inglés a la perfección.

Era una persona de hablar bajo y pausado, de gestos refinados con las damas cuando se encontraba inmerso en el mundo social, político y familiar y dicen sabía escuchar a los que lo superaban en edad y en jerarquía.

Sin embargo en el bajo mundo habanero donde encabezaba su imperio de chulos y prostitutas, matones y gente de mal vivir, era el guapo al que había que hablarle muy bajo y rendir pleitesías y respeto en todo momento.

En su casa de la calle Paula vivían, en perfecta armonía, Elena Morales, una mulata en la flor de sus 22 años, Celia Martínez, una mestiza preciosa, y La Petite Berthe, una francesa que a la postre fue la causan de su muert

Era metódico en su actuar cotidiano y propenso a visitar lugares públicos como el café Vista Alegre, en Belascoaoín entre San Lázaro y Malecón, donde Sindo Garay compuso una canción para él, titulada “Nada temas, la vida te sonríe”.

En el barrio de San Isidro, zona de tolerancia por excelencia de La Habana en los albores del siglo XX, donde se comerciaba el sexo, las preferidas casi siempre eran las de origen francés, mejor vestidas y perfumadas.

chulos de rey

El padre de Yarini fue catedrático de La Universidad de La Habana y su madre virtuosa del piano, que tocó para Napoleón III

Ellas introdujeron en Cuba el sexo oral y otras modalidades de la prostitución, que les permitía abreviar el trabajo y lograr un mayor número de clientes, aunque también las había italianas, austriacas, canadienses, belgas y suizas.

El popular Alberto Yarini, controlaba a una buena cantidad de prostitutas que trabajaban para él en diversas accesorias y tenía un burdel de su propiedad, en Picota entre Luz y Acosta, y otro más, del que era copropietario.

Petite Berthe, amante del proxeneta francés Louis Letot, se enamoró un mal día del apuesto, influyente y rico Yarini, que la llevó a su hogar, y entonces el traicionado hombre aceptó al parecer la realidad de los hechos.

Pero comenzó una guerra entre los chulos cubanos y foráneos, y en la mañana del 21 de noviembre de 1910, Letot y sus compinches emboscaron a Yarini, que murió al siguiente día por múltiples impactos de bala.

Se calcula que unas diez mil personas desfilaron ante el cadáver para despedirlo y el día 24, una multitud compacta esperaba la salida del cortejo y en un acontecimiento sin precedentes lo siguieron a pie hasta el lejano cementerio de Colón.

Detrás avanzaban 200 coches vacíos, entre ellos el de José Miguel Gómez, Presidente de la República y el mismísimo jefe de la Policía, brigadier Armando de la Riva, en tanto sus más cercanos colaboradores, garantizaron el orden del entierro.

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