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DE CUBANUESTRA OPINIÓN

Los hijos de José Martí.

By June 12, 2012November 14th, 2013No Comments

El Ismaelillo, escrito por José Martí es una obra dedicada a su hijo José Francisco.

La visión austera del procer de la independencia de Cuba José Martí con respecto al lugar que debía ocupar un hombre ante el cumplimiento del deber, en primer orden con su patria, le impide compartir con su hijo José Francisco  y el segundo destierro, por conspirar en La Habana contra la metrópoli española lo aleja por vez primera del pequeño, en septiembre de 1879.

Varios reencuentros se suceden en Nueva York, pero la relación con su esposa Carmen Zayas-Bazán ya sufre profundas grietas;  por intereses distintos, convicciones antagónicas, e incomprensiones de ambos caracteres, que a larga frustran la posibilidad de dicha duradera y en septiembre del 91 ella regresa nuevamente a vivir con su padre, fiel servidor de España.

En 1889  funda para los niños de América, La Edad de Oro, que se publicaría una vez al mes para conversar con las madres y los caballeros de mañana, como una muestra de su amor paternal, que luego se revierte en el adolescente Gonzalo de Quesada, quien le sirve por abrazar los mismos ideales revolucionarios y estar dispuesto a iguales sacrificios, al punto de convertirse en su secretarioy más tarde albacea de sus obras.

Su José Francisco se ha ido para siempre y en su bregar por la libertad del terruño conoce a Panchito Gómez Toro y luego realizarán juntos, en 1884, un viaje proselitista por las emigraciones estadounidenses y caribeñas y asi termina de fraguarse la sugestiva personalidad de uno de los más grandes paradigmas  de las luchas por la total independencia de los cubanos.

Son interminables las alusiones a jóvenes y niños a los que alcanzó la bondad paternal martiana, durante su 15 años en el exilio y entre ellos contamos los hijos de su querido amigo Manuel Mercado y de Carmen Miyares de Mantilla, así como otros del general Máximo Gómez y su propia hermana Amelia, nueve años menor que él pero a quien ofreció los más sabios consejos.

A pesar de la prolongada, pero necesaria  ausencian José Francisco no traicionaría la fe que colocó en él su padre y, cuando supo que había caído peleando por su patria, partió hacia los campos de Cuba para ofrendar su virtud en aras del mejoramiento humano, como expesara el maestro en el prólogo de las memorables páginas del Ismaelillo escritas en 1882.


PRÓLOGO

         Hijo:
Espantado de todo me refugio en tí.
Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura,en la utilidad de la virtud, y en tí.
Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón.
¡Lleguen al tuyo!

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