La historia de uno de los grandes de la música cubana.
Este hombre fue un caso único de constancia y dedicación, lo que se demostraba por simultanear el gran trabajo que requería su orquesta con sus estudios de Derecho.
Les cuento que nació el 7 de Octubre de 1903 en la ciudad Cárdenas, provincia de Matanzas. Hijo de un capitán de la Marina Mercante cubana y de una profesora de piano, la que resultó su primera profesora.
Ya desde su niñez ingresa en la Banda Infantil de Cárdenas, iniciando sus primeros estudios de flauta.
En 1918 viene para La Habana para residir permanentemente.
Belisario funda su orquesta en 1925, tiene entonces solo 22 años; y le expresa a un periodista su deseo de hacer constar que “la existencia de mi orquesta en sus primeros años, se debió a la decidida cooperación que me brindó mi gran amigo, el justamente llamado Mago de las Teclas, Antonio María Romeu”.
Su constancia y dedicación, como le dije, se expresaba compartiendo sus labores de músico con las tareas propias “de un señor oficinista”, y empleando las horas de la noche, después de terminadas las funciones de los cines donde trabajaba, para estudiar las asignaturas comprendidas en el bachillerato. Se comprende así el enorme esfuerzo que este hombre hacía para lograr sus propósitos.
Esta situación la pudo enfrentar durante 4 años, al cabo de los cuales se impuso la lógica y no pudo continuar otras actividades que no fueran las concernientes a su agrupación.
Su orquesta tuvo un gran vínculo con la radio, tanto en la emisora CMBC, “El Progreso Cubano”, en la que laboró durante 5 años, y en la CMQ durante 4, en ambas contratado con carácter exclusivo.
Hay un dato importante que debo informarle: en cierta ocasión le preguntaron si su orquesta fue la más solicitada en los bailables de Cuba; y él, con modestia respondió que “algo de eso hay”, por no reconocer totalmente lo que era una verdad que le favorecía.
Belisario no solo era un gran intérprete popular, también trascendió su obra a la composición; fue fundador de la Sociedad Cubana de Autores, figurando como padre de numerosos danzones.
En cierta ocasión, relató la siguiente anécdota que intento describir sucintamente.
En un hotel que visitó estaban buscando a alguien que tocara el bajo, él se ofreció, no obstante su desconocimiento del instrumento; al día siguiente ocupó el puesto del pianista, y más tarde tomó la flauta.
Él se reía recordando lo que le dijo el dueño del hotel. “Que como bajista era lo más malo que había oído en su vida; pero que lo dejaran trabajar en aquella orquesta porque era un gran flautista y un músico muy útil”; y se quedó.
Así eran Belisario López y su orquesta.
Mañana otros hablarán con orgullo de los Van Van, de Adalberto y su Son, de Juego de Manos, de la Original de Manzanillo y muchas otras agrupaciones que tanto disfrutamos.
Pero hoy, estamos obligados a reconocer aquellos de ayer, que tanto hicieron por engrandecer nuestra sabrosa y reconocida música popular; no olvidar que de ellos venimos.
¿Está de acuerdo?
Por Silvio J. Blanco/ Radio Cadena Habana.