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Por Alexis Díaz Pimienta

En Cuba nadie es racista
hasta que te traen a casa
a un yerno que peina “pasa”
(más oscuro a simple vista).
Cuando esto pasa la pista
familiar echa candela.
La madre white se desvela.
El padre white rabia, grita.
«Y yo no sé hacer trencitas»,
dice bajito la abuela.

En Cuba nadie es racista
hasta que, lleno de antojos,
a la niña de tus ojos
un negrito la conquista.
¿Fue en la fiesta cederista?,
pregunta el padre enojado.
¡Seguro que te ha embrujado!,
dice la madre asustada.
¿No estarás embarazada?
(el hermano y el cuñado).

En Cuba nadie es racista
–quien lo diga se equivoca–
hasta el día que te toca
un Jefe «percusionista».
Jode, hay que ser realista,
que un negro tenga poder.
Y si es negro y es mujer
entonces mucho peor
porque ante el primer error
«¡negra tenía que ser!»

Lo del racismo cubano
es racismo extraoficial,
“anticonstitucional”,
pero que siempre está a mano.
A nadie en su juicio sano
se le ocurre, o se despista,
confesar ser un racista.
Pero a nivel psicológico
hay algo que vuelve «lógico»
lo étnico-exclusivista.

Siempre está el blanco gracioso
que si ve un negro en la esquina
habla de robo y gallina
creyéndose muy chistoso.
Y es mucho más peligroso
el que bromea y se alegra
al decir que más se integra,
o que es mejor ir –¡de tranca!–
al funeral de una blanca
que a los quince de una negra.

Lo del pelo malo ajeno,
lo de adelantar la raza,
son la típica amenaza
que abona más el terreno.
«Ay, qué negrito tan bueno».
«Parece blanco. Es decente».
«Negro, pero buena gente».
Todas esas frases hechas
no son frases, sino flechas
directas al subconsciente.

Y si un policía ve
en las turísticas zonas
a un grupo de diez personas
le pide al negro el carné.
Siempre es así. Yo lo sé.
Lo he vivido en la piel mía.
Lo raro es que el policía
casi siempre es negro igual.
¿Es lo psíquico-racial?
¿Será psico-antipatía?

O el que mira a una mujer
negra que exhibe un cuerpazo
y dice: «¡vaya fracaso!,
¡qué blanca se echó a perder!»
Mucho tiene que joder
aceptar la afro-belleza,
o la negra fortaleza
a no ser que llegue el día
en que la eros-energía
desconecta la cabeza.

En Cuba nadie es racista
hasta que un negro, qué mal,
se las da de intelectual
en vez de ser deportista.
Que si cultura negrista,
que si primer expediente.
Y como es inteligente
un día la suelta al suegro:
«Asere, yo no soy negro,
yo soy afro-descendiente».

En Cuba nadie es racista
hasta que –bastante triste–
el racismo se hace chiste
y el racista es ¡qué bromista!
Manjar para el humorista
es el tópico racial.
Y nada pasa, al final
la risa es terreno franco,
el blanco tiene humor blanco
y el negro se ríe igual.

Eso sí. No todos son
racistas, faltaba más.
Hay jabao y salta-atrás
Y mulato y cuarterón…
Al que le sirva el sayón
que se lo ponga. Es castigo
lírico. Yo solo digo.
como decía Martí
«raza hay una sola» y
todos tenemos ombligo.

También algunos dirán,
que al menos en Cuba entera
ni se conoce ni impera
la sombra del Ku Kux Klan.
Que los racistas están
en desventaja gregaria.
Encomienda necesaria
para la Cuba futura:
incluir la asignatura
“Raza Martiana” en primaria.

Tomado:OnCubaNews

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