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El puente de Bacunayagua, a 76 kilómetros de la capital cubana, limita a las provincias occidentales de La Habana y Matanzas.

El puente de Bacunayagua, ubicado en la autopista “Vía Blanca” punto de enlace entre La Habana y el balneario de Varadero, es una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana, inaugurado a mediados de 1959 y la más impresionate y magestuosa atracción turísticas de la isla caribeña.

La obra de una extensión superior a los 300 metros y una altura de 110 sobre el nivel mar y cuya ejecución comenzo en 1956 de la mano del ingeniero cubano Luis Sáenz Duplace, es una muestra del talento constructivo criollo, por las atrevidas alternativas utilizadas, debido a las condiciones del terreno.

Su complejidad exigió el empleo por vez primera en Cuba de una novedosa técnica de semiarcos, denominada “Sistema Melan” a base de acero laminado en dos partes, girando cada uno de ellos hasta lograr la posición correcta, en un esfuerzo que demostró la eficacia del proyecto y el empeño obrero.

El Puente de Bacunayagua, con más de medio centenar de años de explotación llama la atención al visitante por lo exuberante del paisaje a sus pies, compuesto al sur por el Valle  de Yumurí, donde las altas y esbeltas palmas reales, la llamada reina de la campiña cubana, se presentan como minúsculos arbustos.

Al norte la naturaleza del lugar preserva el lecho y la desembocadura al mar de lo que en épocas remotas fuera un caudaloso río, mientras, quienes cruzan de lado lado el popular y mayor víaducto del país, pueden llegar a sorprenderse con las aves que vuela junto a sus barandas, zizageando entre  los vehículos.

El Mirador de Bacunayagua, una especie de restaurante-cafetería, es el sitio ideal para disfrutar de un rato de feliz y solaz esparcimiento, al tiempo que deja que su vista recorrera las gigantescas estructuras de hormigón del puente y más abajo la belleza del panorama circundante, en todo su esplendor.

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