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Se definía como el ayunador más grande del mundo y estuvo 25 días sin comer.

El 21 de julio de 1949, arribó a La Habana el faquir Urbano, quien se definía como el ayunador más grande del mundo y quería permanecer en una urna de cristal sin comer ni beber durante 25 días y consolidarse como el astro del hambre.

Antes de llegar a la capital de la mayor de las Antillas, el hombre había resistido hasta 24 jornadas en Santiago de Chile y en Buenos Aires, en Lima, Caracas y Bogotá,  tras cosechar éxitos, además, en Río de Janeiro y Montevideo,

Urbano esperaba repetir triunfos en Ciudad de México y Nueva York luego de su salida de la isla caribeña, donde, antes de su demostración, anunciada para el cuatro de agosto, se tomó un descanso largo en compañía de la faquiresa Elvira,

A las siete de la tarde de ese día, en el vestíbulo del Teatro Martí y en presencia de la prensa escrita y radial y una representación del público, el faquir entraría a la urna que se mantendría sellada durante la celebración del espectáculo,

La emisora Unión Radio, que monopolizaría la trasmisión que se haría, nombró a Urbano artista exclusivo y el doctor Francisco Alonso, el llamado médico de los artistas, asumió la asistencia del protagonista, según el relato de Ciro Bianchi 

“Estamos en presencia de un espectáculo pocas veces visto en nuestro medio y que cuenta con todas las garantías de seriedad. Así lo constatarán todos los que aquí vengan, tanto de día como de noche”. dijo el galeno a la prensa.

El acceso al espacio se mantuvo abierto durante las 24 horas del día a 30 centavos la entrada y finalmente el faquir, que dejaba de comer para ganarse la vida, superó su propia marca en aquella Habana del ya lejano y duro verano de 1949.

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