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La historia del hombre que diseñó y fundió las imponentes figuras de bronce.

Los rugientes leones del Prado

Los Leones del Paseo del Prado en La Habana, la capital de Cuba, constituyen un fuerte atractivo para nacionales y extranjeros que autofotografían junto a ellos, aunque sin conocer nada o muy poco del origen de esas estatuas.

Emilio Vizcón Hernández fue uno de los fundidores de las piezas e incluso trabajó en Los Venados de la escultura que recibe a los visitantes del Zoológico de la calle capitalina de 26, de la famosa escultora cubana Rita Longa.

Comenzó como obrero aprendiz con 12 años de edad en el taller de mecánica luego de la muerte de su padre, pero fue enviado hacia la fundición el mismo primer día de trabajo y por esa decisión puede decirse que salvo la vida.

El destino hizo esta movida salvadora de su vida, pues el taller de mecánica al cabo de unos meses registró una explosión causante de varias muertes, recuerda el nieto Roberto Vizcón Toledo, según describe Prensa Latina.

Fue fundidor de oficio durante 70 años y aprendió el oficio de manera autodidacta, no cursó estudios escolares después del tercer grado de enseñanza primaria y trabajó en Talleres de Obras Públicas, en algunos contratos relevantes hasta 1950.

Los talleres de la citada empresa capitalina asumieron entonces las obras de los ocho leones del Prado de 1928 a 1929, antes de que Emilio recibiera el encargo, pues quienes iniciaron las tareas fracasaron en ese primer intento.

Un viejo trozo de una foto de Emilio Vizcón Hernández

El protagonista de esta historia cambió todo lo necesario y logró que se fundiera el primero de los Leones con una excelente calidad y resultó tal su alegría por la hazaña que le hizo ofrecer el día libre a los fundidores que participaron.

La entusiasta medida originó discrepancias con los administrativos, lo que le llevó a renunciar y quedar sus labores solo en el primer león de los ocho del Paseo, que por supuesto serviría como muestra fiel para las restantes siete esculturas.

En un artículo de la revista Bohemia, reseñaron la presencia del maestro fundidor en los talleres de Obras Públicas, en los cuales se esculpió y concretó la obra Virgen del Camino en la Habana (1948-49),también de la célebre Rita Longa.

Además, en esa misma factoría acometió El Niño y el Pelícano en la Flor de Agua (1950-1953) del Zoológico de La Habana, de la manp Jilma Madera (autora también del Cristo de la Bahía). una de las más imponentes obras cubana.

Turistas de todo el mundo quedan impactados por las siluetas de bronce del sitio arbolado que captan la atención por su carácter, belleza y poesía en una avenida con mucho para contar, y que destaca sobre todo por  sus valores históricos.

La avenida tuvo varios nombres hasta Paseo de Martí, nombre oficial y esta compuesto además por el Parque Central, la Explanada del Capitolio y la Plaza de la Fraternidad, aunque muchos piensen que es solo la parte de los bancos y leones.

Vea además:

El Cristo que bendice a La Habana

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