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Información publicada este jueves en el diario Granma.

Tras varios meses de investigaciones, aún se desconocen las causas y el origen de los incidentes reportados por diplomáticos estadounidenses en La Habana, que se alega provocaron daños a su salud.
La insólita historia saltó a los medios de comunicación en agosto pasado, pero el primero de los casos descritos se remonta a noviembre del 2016 -cuando aún el presidente Barack Obama estaba en el gobierno- y el supuesto último a hace apenas unas semanas.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, se reunió el pasado martes en Washington con su homólogo estadounidense, el secretario de Estado Rex Tillerson, para tratar en persona el asunto.

«De acuerdo con los resultados preliminares obtenidos por las autoridades cubanas en su investigación, que ha tenido en cuenta datos aportados por las autoridades de Estados Unidos, hasta el momento no hay evidencias de las causas y el origen de las afecciones de salud reportadas por los diplomáticos estadounidenses», aseguró el Canciller en el encuentro, de acuerdo con una nota de prensa publicada por el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Rodríguez Parrilla reiteró a Washington la seriedad, celeridad y profesionalismo con que las autoridades de la Isla han asumido este asunto, desde que fueran notificadas en febrero de este año.

«Se inició, por indicación del más alto nivel del gobierno cubano, una investigación prioritaria desde el mismo momento en que se les informaron los hechos y se adoptaron medidas adicionales de protección de los diplomáticos estadounidenses y sus familiares».

Ratificó asimismo que la cooperación de La Habana ha sido reconocida por los representantes de las agencias especializadas de EE.UU. que han viajado a Cuba, a partir del mes de junio. Añadió en ese sentido que esas visitas son valoradas positivamente por las contrapartes cubanas.

Las indagaciones estadounidenses tampoco han sido concluyentes. «La realidad es que no sabemos qué o quién ha causado esto», reconoció recientemente la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert. «Es por eso que la investigación continúa abierta».

INTENTOS DE POLITIZACIÓN

Rodríguez Parrilla le trasladó al Secretario de Estado que sería lamentable que se politizara un asunto de esta naturaleza y que se tomen decisiones apresuradas y sin sustento en evidencias y resultados investigativos concluyentes.

Varias figuras de la extrema derecha anticubana de Miami se han pronunciado a favor del cierre de la Embajada de Estados Unidos en La Habana y el fin de los nexos entre los dos países.

El senador de origen cubano, Marco Rubio, envió una carta a Tillerson reclamando medidas extremas.

En la misma línea, un artículo de opinión publicado recientemente por el Nuevo Herald con la firma de Frank Calzón, ex agente de la CIA vinculado a grupos terroristas de la Florida, responsabiliza a las autoridades cubanas de los supuestos incidentes sin mostrar evidencia alguna.

Rubio y Calzón pertenecen al grupo aislado y minoritario de Florida que busca torpedear cualquier avance en los nexos diplomáticos, a pesar de que la inmensa mayoría de la emigración cubana y los estadounidenses en general son partidarios del acercamiento.

El Departamento de Estado no se ha referido en específico a los efectos sobre la salud de su personal en La Habana ni ha señalado un responsable en específico.

Sin embargo, en una entrevista con la televisora CBS, el Secretario de Estado aseguró recientemente que mantenía bajo revisión la respuesta de Washington a los acontecimientos en Cuba, incluido un posible cierre de la Embajada.

Asimismo, medios estadounidenses reportan que se valora una reducción del personal diplomático estadounidense en La Habana por motivos de seguridad.

Tras Del encuentro con el canciller cubano, el departamento de Estado solo emitió una escueta declaración de la portavoz Heather Nauert, en la que refleja la profunda preocupación de los Estados Unidos por el bienestar y seguridad de su personal diplomático.

«Tillerson transmitió la gravedad de la situación y subrayó las obligaciones de las autoridades cubanas de proteger al personal de la Embajada y sus familiares bajo la Convención de Viena», añadió Nauert.

HECHOS INSÓLITOS

A pesar de la falta de evidencia y las opiniones contrarias de los especialistas, la hipótesis de un «ataque acústico» que habría incluido el uso de sofisticadas «armas sónicas» contra los funcionarios norteamericanos que laboran en la capital cubana está presente en los medios estadounidenses desde que la historia salió a la luz pública.

Pero los especialistas ponen en duda que exista un arma capaz de lograr los efectos alegados en las situaciones descritas.
Hasta hoy no existe una explicación creíble para la variedad de síntomas descritos, que incluyen mareos, migraña, pérdida de la audición, deficiencias cognitivas e incluso lesiones cerebrales leves. La descripción de los casos y sus efectos proviene por entero de los medios de prensa, ya que no existe un reporte oficial.

«En más de 40 años de carrera nunca he visto una lesión cerebral causada por ruido», asegura a Granma el profesor Antonio Paz Cordovez, jefe del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras y presidente de la asociación cubana de esa especialidad médica.

También encuentra difícil asociar la amnesia o la incapacidad de recordar palabras específicas con daños acústicos, como ha sido reportado por algunos medios.
Expertos internacionales coinciden con el profesor Paz.

«Daño cerebral y conmociones, no es posible», dijo a la agencia AP Joseph Pompei, un ex investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts y experto en sicoacústica. «Alguien habría tenido que sumergir la cabeza en una piscina repleta de poderosos transductores ultrasónicos».

Las teorías conspirativas han llegado incluso a plantear la posibilidad del uso de un arma desconocida y ultramoderna que emplearía infrasonido o ultrasonido.

Algunos de los supuestos afectados dijeron a la prensa que no escucharon nada y otros manifestaron haber sentido como el ruido de insectos o metal chirriante.

Desde el punto de vista técnico, el oído humano es capaz de escuchar las frecuencias que van desde los 20 hercios (HZ) hasta los 20 KHZ (20 000 HZ).

El sonido del silbato de los perros es demasiado agudo y se ubica en la franja de los ultrasonidos, de ahí que las personas no puedan escucharlo. Mientras, las ondas sísmicas que llegan antes que los terremotos son demasiado bajas, en el campo infrasónico, para ser detectadas.

Pero utilizar estas propiedades del sonido para dañar a humanos no está demostrado.

«No hay mucha evidencia de que los rangos de frecuencia del infrasonido y el ultrasonido tenga impacto en la salud humana», refirió un exinvestigador de audiología de la Fuerza Área de los Estados Unidos al prestigioso sitio digital The Verge, dedicado a las noticias sobre tecnologías.

Elisa Leyva Monteros, médico especialista en otorrinolaringología y audióloga del hospital Hermanos Ameijeiras, está de acuerdo.

Señala que el ultrasonido, por ejemplo, se usa hace décadas en el diagnóstico y seguimiento del embarazo sin que se haya demostrado que causan efectos negativos en la audición del feto. Tampoco se conocen daños en los técnicos que diariamente manipulan estos equipos.

La especialista refiere que nunca ha diagnosticado a personas afectadas por infra o ultrasonidos y cree difícil que en toda Cuba se haya detectado a alguien.

También se conoce que existen tecnologías que usan el sonido para dispersar multitudes y la protección de algunos navíos frente a barcos piratas con enormes bocinas. Los aparatos cubren un área considerable, son obvios y todas las personas dentro de su alcance resultan afectadas. Además, existen granadas de dispersión que utilizan la luz y un sonido ensordecedor para lograr efectos inmediatos de paralización.

Sin embargo, buena parte de los alegados incidentes en La Habana, según fuentes públicas estadounidenses, se dieron en espacios delimitados, algunas veces dentro de una sola habitación, y con precisión laser, afectando a una persona en específico, pero sin dañar al resto.

«Eso es una ignorancia de lo que es y cómo se propaga una onda sonora», asegura a este diario Daniel Stolik, profesor titular de la Universidad de La Habana y uno de los físicos cubanos que más ha estudiado el sonido.

El profesor, que preside una cátedra dedicada a la relación entre la física y la música, explica que en cualquier caso las ondas son absorbidas o rebotan en los objetos. Asimismo, indica que, para producir daños físicos, la intensidad debe superar los 120 Db, que es como si te «encendieran un avión a reacción al lado de la cama».

CUBA DISPUESTA A COOPERAR

Desde que fuera notificada de los supuestos incidentes, La Habana mostró su disposición a hacer todo lo que estuviera en sus manos para esclarecer los hechos y mantiene abierta una investigación por orden del más alto nivel del Gobierno.

En el encuentro con Tillerson, Rodríguez Parrilla ratificó a su contraparte la importancia de la cooperación.

«La investigación para esclarecer este asunto sigue en curso y Cuba tiene gran interés en concluirla, para lo cual es imprescindible contar con la cooperación eficiente de las autoridades estadounidenses», añadió el canciller cubano.

Asimismo, le reafirmó que fue injustificada la decisión del gobierno de EE.UU. de retirar a dos diplomáticos cubanos de Washington y el argumento empleado para ello, y enfatizó que Cuba cumple rigurosamente sus obligaciones con la Convención de Viena sobre la protección de la integridad de los diplomáticos, en lo cual tiene un historial impecable.

Ahora se conoce que, justo cuando se tomaba esta medida contra su personal diplomático, las autoridades cubanas realizaban todas las acciones investigativas y mostraban su total disposición a colaborar con sus contrapartes estadounidenses.

Rodríguez Parrilla ratificó a Tillerson que Cuba no ha perpetrado nunca ni perpetrará ataques de ninguna naturaleza contra diplomáticos. Tampoco ha permitido ni permitirá que su territorio sea utilizado por terceros para este propósito.

El encuentro de alto nivel entre las partes sirvió para advertir sobre la adopción de medidas apresuradas, no basadas en evidencias o resultados investigativos concluyentes, que politicen el tema y pueden enrarecer las relaciones bilaterales.

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