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El nueve de enero de 1950, dejó de existir en ese lugar el trovador Manuel Corona.

Manuel Corona compuso más de 100 canciones y falleció a los 69 años

Las “Fritas de Marianao”, era un tramo de la vía publica que abarcaba un entramado entre las rotondas de las calles 112 y 120 de la populosa Quinta Avenida habanera donde pululaban bares y cabarés de segunda y tercera categoría.

Allí estaban Rumba Palace, Panchin, Mi Bohío, el Kiosco de Casanova, El Niche Club, El Pompilio, La Choricera, El Ranchito, el Pennsylvania, La Taberna de Pedro, Los Tres Hermanos y destacaba como curiosidades el Barrilito Club, y el Quibú.

Algunos de estos establecimientos eran sitios rústicos con piso de cemento y hasta de tierra o arena, con mesas de madera sin pintar y techos de zinc o de pencas de guano, pero quizá menos concurrido se encontraba el bar  ‘Jaruquito’.

En un ambiente propicio para la gente de la mala vida, incluyendo chulos, prostitutas, bebedores habituales y traficantes, proliferaron las posada donde satisfacer apetitos sexuales, pero lo cierto es que allí iban todos, buscando una Habana más autóctona.

En lugares como este actuaban grandes de la música popular

Se dice que Manuel Corona, trovador y autor de composiciones tradicionales como “Longina”, “Santa Cecilia”, “Aurora”, “Mercedes”, “Se acabó la choricera” y “Una Mirada”, tuvo una vida bohemia y frecuentaba lugares del bajo mundo habanero.

Con la imposición en el gusto del público de nuevos géneros como el jazz, los trovadores comenzaron a perder oportunidades de trabajo y la música dejó de ser un negocio del que podían vivir y Corona fue una víctima de esa situación.

El dueño del bar de marras, natural en Jaruco, prestó la trastienda del aquel lugar al célebre personaje hasta su muerte el nueve de enero de 1950, en medio del olvido y la más absoluta pobreza, a pesar de sus invaluables aportes a la música cubana.

Pocos días antes las autoridades le habían citado a Palacio para concederle una pequeña pensión y un reconocimiento por la obra de toda su vida, aunque no había llegado a tiempo por haberse retrasado bebiendo en la barra de un bar.

Sus amigos músicos costearon el funeral e hicieron guardia de honor alrededor de su féretro, y en 1968 sus restos fueron exhumados de la Necrópolis Colón y trasladados al cementerio de su pueblo natal, en el contexto de un gran homenaje.

Manuel Corona, negro y pobre, considerado una gloria del arte cubano, nació en la ciudad de Caibarién el 17 de junio de 1880, y devino uno de esos seres premiados por la naturaleza, que acaparó talento y hambre a partes iguales.

La otra Carmelina

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