En 1555 la ciudad fue la capital de Cuba y de esa eventualidad surge una frase popular.
A juicio del investigador Gerd Wotjak, el lenguaje popular se va impregnando de la cultura cotidiana durante el uso que hacen de él los sujetos en diferentes épocas y Cuba no ha sido la excepción al hecho de que numerosas referencias, hayan dado lugar a frases de gran dominio común, usadas de generación en generación.
En la isla las expresiones derivadas de la flora, la fauna, la religión, la historia, la literatura y la toponímia, por citar algunas enriquecen la forma de hablar de los cubanos y constituyen elementos propios de nuestra variante de la lengua española y de la herencia que nos dejaron los aborígenes y los negros esclavos africanos.
Y si partimos del estudio del origen y significación de los nombres propios de lugar la frase “meter La Habana en Guanabacoa” es ejemplo del léxico utilizado por los oriundos de la mayor de las Antillas para indicar que un espacio resulta insuficiente cuando se intenta introducir algo de mayor tamaño
Todos los cubanos están identificados con la popular frase, pero para los nacidos en otros países resulta necesario explicar que La Habana, la ciudad capital de la República de Cuba abarca una extensión territorial de 728 kilómetros cuadrados y Guanabacoa, uno de sus municipios solamente 127.4
En 1555, a raíz del ataque del Corsario francés Jacques de Sores, la Villa de Pepe Antonio, como es conocido este poblado, se convierte en capital transitoria de Cuba, refugiándose en ella una gran parte de los moradores de La Habana, incluso allí radicó durante varios meses el Gobierno Colonial y de esta eventualidad surgió la locución “Meter la Habana en Guanabacoa”.
La historia precisa que de Sores, uno de los más crueles y sanguinarios bandidos al servicio de Francia asaltó además Santiago de Cuba y por esa razón la corona española que no querían compartir con ningún otro país de Europa las riquezas del Nuevo Mundo, inició la construcción de fortificaciones en ciudades importantes
A ambos lados de la bahía de La Habana se levantaron los castillos de “La Punta” y“El Morro“, que evitaron las intentonas de los ingleses Francisco Drake en 1586 y Henry Morgan, en 1668, quien al no lograr sus propósitos se dirigió a Puerto Príncipe, en Camaguey y luego de saquear la localidad pidió un rescate de mil reses a cambio de no quemarla.
La amenaza de Drake, apodado “El Terror de los mares” y de otros facinerosos, hizo que las autoridades de la metrópoli ibérica dispusieran también de la paulatina edificación de bastiones militares en el litoral del Caribe en Cartagena de Indias, San Juan de Puerto Rico y Santiago de Cuba, así como Campeche y Veracruz, en México.
El mítico piratas cubano Diego Grillo, nacido en La Habana y conocido como “Mulato Lucifer” integró la tripulación de este despiadado salteador de galeones en el Mar Caribe, hasta convertirse en capitán y contar con su propio barco y tripulación.