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Un accidente de tránsito cambió para siempre la vida de la joven actriz 

Patricia Ramírez González

En la noche del 17 de abril de 2014, en la Avenida 31, en la capital cubana, un auto se estrelló contra la puerta de otro en el que se encontraba la artista espirituana Patricia Ramírez González, quien interpretaba a Leida en la telenovela Cuando el amor no alcanza.

Por estos días, el periódico Escambray, de Sancti Spíritus, recordó que gracias al esfuerzo y dedicación del personal médico, se logró salvar la vida de la joven, quien fue atendida en instituciones como la Clínica Internacional Cira García, los hospitales Calixto García y Hermanos Ameijeiras, y en los institutos de Neurología y Neurocirugía, entre otros.

En el Centro Internacional de Restauración Neurológica (Ciren), Patricia fue sometida a los tratamientos neurorestaurativos más avanzados. En su habitación recibía equipos médicos especializados que le realizaban las consultas y la atención directa. Se le practicó, además, un programa terapéutico multifactorial que incluyó expertos en Logopedia, Defectología y Acondicionamiento físico general, magnetoterapia, laserterapia, electroestímulos….

Su caso, reseña el medio, fue seguido con gran expectación por parte de la población y, desde entonces, han pasado siete años en los que Patricia y su mamá Nilda González, Licenciada en Inglés y Ruso y profesora del Centro de Capacitación de la Empresa Nacional de Servicios Aéreos, se comunican con el lenguaje de los ojos y del amor.

Desde entonces también el cariño que ambas se profesan hace posible que los días transcurridos, a pesar del dolor, las haga vivir una gran historia de ternura y gratitud. «Ella no es un vegetal…, es estado neurovegetativo, no es adornarlo, es que duele mucho», explicó al periódico Escambray la mamá de la artista.

Nilda González, la madre de Patricia

Nilda recuerda cómo durante el proceso de recuperación de su hija Patricia personas inescrupulosas se le acercaron para tratar de ganar dinero con su caso.

Hasta desde Estados Unidos, donde se orquestó una campaña que promovía ayuda para costear «posibles tratamientos» en el exterior por la supuesta incapacidad de Cuba para atenderla, un canal la llamó para que hablara mal de la Revolución y les dijo: «Ni voy a hablar mal de la Revolución, ni del sistema de Salud cubano, ni voy a hacer política con mi hija». Estos intentos no han cesado, pero siempre han contado con la respuesta firme de Nilda.

En su nuevo hogar en un edificio de Garaita, facilitado por el gobierno espirituano, sigue la atención a Patricia. «Los médicos y enfermeras del consultorio de aquí, ¡por favor! y Salud Pública, ni qué decir. Patri ha tenido seis ingresos en casa, le hablo de un catéter en vena profunda y cosas así y eso es que hay confianza en la familia y un médico que se responsabiliza, me la rehabilitan, todo con amor inmenso», dice su madre.

Tomado de Granma

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