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Una historia de amor que se convirtió en leyenda y vive en el imaginario popular.

el enigma de la milagrosa

La tumba más popular y sin duda la más visitada en el Cementerio de Colón, es la de Amelia Goyri de la Hoz, La Milagrosa.

La joven Amelia Goyri de la Hoz, estaba enamorada de José Vicente Adot Rabell, el que correspondía a su amor, pero debido a la posición social inferior del muchacho sus padres se oponían rotundamente a esta relación.

A la muerte de su padre, la muchacha contrae matrimonio con el hombre que amaba y al año sale embarazada, pero en el parto sobrevienen graves complicaciones y la criatura y la madre que apenas tenía 23 años fallecen.

Esto sucedió el tres de mayo de 1901, en ocasión Día de la Santísima Santa Cruz y el cuerpo fue enterrado en una modesta bóveda del Cementerio Colón, con la niña que nació sin vida colocada a sus pies, según la costumbre.

Se cuenta que su entristecido esposo visitaba el lugar dos y tres veces al día, tocando en el mármol con una de las argollas para despertar a su mujer, una acción que realizó durante 40 años hasta que abandonó el mundo de los vivos.

La amarga historia de amor llega a oídos del célebre artista cubano José Vilalta Saavedra, autor de los monumentos a José Martí en el Parque Central, a los Ocho Estudiantes de Medicina y a Francisco Albear, entre otras obras.

El se ofreció para crear una estatua a la difunta y como se encontraba en ese momento en Italia solicitó una foto de Amalia y comenzo el trabajo de esculpirla en mármol de Carrara y la trajo a Cuba personalmente en 1909.

Dicen que el día que se situó la escultura en la tumba, la fallecida reencarnó en aquella figura y a partir de ese momento José Vicente, incorporo un nuevo ritual, cuando se iba se retiraba lentamente sin darle la espalda.

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Hoy a la tumba nunca le faltan flores y diariamente a ella acuden miles de personas

En 1914 cuando Amelia llevaba 13 años de muerta, fallece el padre de su pobre marido y se decide enterrarlo en la misma bóveda y entonces ocurre un hecho insólito y quizá inexplicable, que hasta la fecha constituye un verdadero enigma.

José Vicente pide estar presente en la exhumación para ver al amor de su vida por última vez y con estupor descubren todos los presentes que los dos cuerpos estaban intactos y que Amelia estrechaba a la niña entre sus brazos.

A partir de ese instante Amelia, devino “La Milagrosa” y así la protectora de las futuras madres y niños, alcanzando relieve internacional y su tumba es un lugar sagrado, venerado y muy respetado por creyentes y profanos.

José Vicente Adot Rabell, dejó de existir en 1941 y de acuerdo a sus deseos fue enterrado junto a su amada, sin embargo la famosa argolla de la tapa de la bóveda que toco durante cuatro décadas despareció misteriosamente, pero aún se mantienen las otras tres.

En ese sitio los fieles dejan ropas de bebito, biberones, juguetes y hasta dinero, llevados con extrema humildad, por una persona regularmente a la congregación de Santa Teresa, en el Vedado, donde se destinan en fines de beneficencia.

La historia completa de Amelia Goyri de la Hoz, conocida como La Milagrosa de Cuba, se puede leer en un folleto escrito en 1996 por la Historiadora y Misionera María Antonia Ruiz Guzmán y titulado: “Un amor de leyenda”.

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