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La acción reflejó la lucha contra el régimen de Rómulo Betancourt en Venezuela.

Máximo Canales (Izq) y Alfredo Di Stéfano

En la mañana del 24 de agosto de 1963 —inspirados quizá en el secuestro del piloto argentino de Fórmula 1, Juan Manuel Fangio, en 1958 en La Habana—, tres supuestos policías tocaron a la habitación 219 del hotel Potomac, en Caracas.

Allí se hospedaba Alfredo Di Stéfano, y tras presentarse los uniformados indicaron al argentino que debía acompañarlos y ya dentro de un auto le dijeron que estaba en manos de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional.

Un joven de 19 años nombrado Máximo Canales, al frente del grupo, definió que la retención del astro era ideal para visualizar la lucha revolucionaria venezolana contra el represivo régimen anticomunista de Rómulo Betancourt.

Canales era perseguido por Betancourt, quien le quitó la nacionalidad venezolana y lo tenía en la mira, y aquel día taparon los ojos de Di Stéfano y le dijeron, que iba a estar bien, que era solo una acción con fines políticos.

Al concluir el recorrido lo sacan del automóvil y entran en una casa donde el futbolista observó una variedad de cuadros en las paredes, de pinturas firmadas por Paul del Río y lejos estuvo de pensar quien era el artista.

Su estancia en aquel lugar fue como un juego previo a la  final de la Copa Mundial entre Real Madrid y Sao Paulo al día siguiente en la capital venezolana, pero él solo pudo intervenir en medio tiempo porque su cabeza estaba en otro sitio.

Paul del Río, que en su época de guerrillero se hacía llamar ‘Máximo Canales’

En su libro “Gracias, vieja”, Di Stéfano escribió “Los tres días me parecieron tres años y ahora (…) pienso en lo que me pasó, aunque el trato fue siempre cordial, si hasta jugaba con ellos a las apuestas de los caballos y no me dejaban pagar”.

Tiempo después se conoció que aquellas pinturas que observó Di Stéfano colgadas en las paredes donde su captores lo llevaron y rubricadas por Paul del Río, eran obra de su propio secuestrador: ‘Máximo Canales’.

Hacia 1964 capturó a un coronel yanqui, con la fallida intención de canjearlo por el héroe vietnamita Nguyen Van Troy, y un año antes participó en la sujeción de cinco cuadros prestados a Venezuela por el Museo Louvre.

Del Río relató en 2010 “Eran operaciones muy rápidas, y en el caso de Di Stéfano, dijo, también se quiso crear conciencia de los crímenes del dictador Franco, quien sin compasión “fusilaba gente y aplicaba el garrote vil”.

Del franquismo, también fue víctima su padre, a quien la dictadura lo sentenció a dos penas de muerte en España y fue salvado por “la presión del movimiento anarquista internacional”, que lo ayudó a escapar de Europa.

Paul del Río Canales nació el 22 de diciembre de 1943 en La Habana, Cuba, luego que sus padres, unos republicanos anarquistas españoles se vieran obligados a dejar su nación de origen para refugiarse un tiempo en Francia.

Mujer con Flores (Paul del Río)

Para 1945, la familia del Río Canales se muda a Venezuela, donde aquel niño de raíces españolas y cubano de nacimiento, obtendría la nacionalidad y se formaría como militante de la libertad y la justicia social.

Las obras de Paul son sumamente valoradas al combinar modernismo, cubismo y surrealismo “para crear pinturas enigmáticas que suelen ser un comentario social sobre la dureza de la vida urbana moderna para la gente común.

Al recuperar la nacionalidad venezolana y la de su familia en 1975, en la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez, la galería ‘Viva México’ de Caracas fue la primera en exhibir sus pinturas y desde entonces en varios países.

Expuso en España, México, Finlandia, Japón, Rumania, Colombia, Alemania, Canadá y Austria y mientras se desenvolvía como artista, se unió en 1979 a la  lucha de la Revolución sandinista en Nicaragua y ayudó a su triunfo.

Sus lienzos irrumpieron además en la casa del propio Di Stéfano en España, y el 25 de agosto de 2005, invitados el estreno del largometraje “Real, la película”, volvieron a encontrarse a 42 años del publicitado secuestro.

Del Río falleció el 5 de abril de 2015, casi un año después que Di Stéfano en el ‘Cuartel San Carlos’ de Caracas donde estuvo preso en sus días de guerrillero y que contribuyó a recuperar hasta convertirlo en Monumento Histórico Nacional.

Una de las hijas de Del Río describe —en redes— que su padre siempre fue “un militante de lo imposible”. “Era un hombre con ideales, valores y principios incorruptibles, que pensaba con el alma, según el canal de noticias RT.

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