Implica un engaño intencionado y consciente.
Mentir está en contra de los cánones morales de muchas personas y específicamente prohibido como pecado mortal para el catolicismo cuando se dañan gravemente las virtudes de la caridad y la justicia, mientras la tradición ética y los filósofos están divididos sobre si se puede permitir.
Platón decía que sí, mientras Aristóteles, San Agustín y Kant planteaban que nunca se puede tolerar, aunque la llamada mentira piadosa en función de las circunstancias, suele ser permisible, así como cuando se quiere proteger a seres humanos de un opresor inmoral.
Una mentira implica un engaño intencionado y consciente y es una declaración realizada por alguien que cree o sospecha que es falsa en todo o en parte, esperando que los oyentes le crean, de forma que se oculte la realidasd en forma parcial o total.
La tolerancia de la gente con los mentirosos habitualmente es muy poca y a menudo sólo se necesita que se sorprenda al embustero en un error de tal magnitud para que se le asigne la etiqueta correspondiente y se le pierda para siempre la confianza y el respeto.
Que las mentiras desaparezcan completamente de la justicia, la diplomacia, el periodismo y de otros muchos ámbitos de la vida social es algo muy difícil, tal y como no pueden ser excluidas de los conflictos bélicos que convienen a las élites del poder.
Hay un viejo refrán que dice: primero se coge a un mentiroso que a un cojo, pero, resulta virtualmente imposible que los embusteros de la política, las guerras no declaradas, los medios de comunicación canallas y de las redes sociales.
Redacción AT