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La conexión de la familia real española con la capital cubana comenzó en 1893. 

María Eulalia de Borbón, conocida por su vida errante y protagonista de varios escándalos

La infanta María Eulalia de Borbón, inició con su entrada triunfal a La Habana de 1893 la conexión de la familia real española con la capital cubana, un «apego» poco conocido que tendrá su broche de oro con la estancia de los reyes.

«No puedes figurarte hasta qué punto La Habana y yo formamos un solo cuerpo y un solo pensamiento», escribió Eulalia a su madre, la reina Isabel II, sobre su estancia en la antigua villa, la sexta fundada por la corona española en la isla

La hija menor de la reina, en una parada de siete días de camino a Estados Unidos describió así a la capital cubana –«calor aparte»– como una «ciudad única, espléndida, galante», hecha «a las elegancias europeas y al señorío criollo».

La rebelde princesa vestía un atuendo con los colores de la bandera de la Estrella Solitaria y para los criollos, el traje «insurrecto» –descrito así en las memorias del viaje– fue un signo de simpatía que no sentó nada bien a las autoridades ibéricas.

«Cuando llegué al Palacio del Capitán General –construcción de purísimo estilo colonial que me sorprendió por su severo lujo– tuve que cambiarme aquel traje díscolo, revolucionario e inquietante, que me estaba vedado de usar en Cuba».

De esa forma recordó Eulalia, quien también había incomodado por contactar en Madrid al general independentista Calixto García para conocer la «realidad del problema» , que no era otro que la lucha por liberar a Cuba del dominio de España

Ellos se casaron, en la iglesia del Sagrado Corazón Ouchy, Suiza en 1933 y no tuvieron descendencia. (Foto: Revista Life)

Tropiezo inicial aparte, la alta sociedad cubana se disputó las atenciones de la infanta y su esposo, Antonio de Orleans y Borbón, quienes se dejaron querer y participaron de buena gana en cuantos bailes y eventos se prepararon en su honor.

«Al partir, mi corazón se ha apretado como si nunca más tuviera que volver a pisar esta tierra tan fecunda, este país encantador donde los sentimientos son tan vivaces como las plantas y los árboles. Me ha parecido que dejaba detrás de mí algo de mí misma».

Más de cuarenta años después, llegó Alfonso de Borbón y Battenberg, que ya para entonces había renunciado desde el exilio a ser el heredero de la corona por amor a una plebeya cubana de origen español, nombrada Edelmira Sampedro.

En medio de gran revuelo popular ambos fueron recibidos en el Palacio Presidencial por el entonces mandatario provisional Carlos Mendieta y el llamado “Borbón de cristal” asistió a un «sonado cóctel» en su honor en el edificio Bacardí.

El malogrado príncipe, que moriría muy joven tras un accidente de tráfico en Miami, vivió brevemente con su primera esposa, en la urbe habanera, donde se divorció en 1937 y luego se casó con otra cubana, Marta Rocafort, apenas dos meses después.

Rechazó que lo identificaran por los títulos nobiliarios y evitó hablar de política, mientras esquivó las intenciones de la alta aristocracia habanera por monopolizar su tiempo y prefirió la compañía de jóvenes de su edad..

Juan Carlos I y la reina Sofía en recorrido por la capital cubana (Foto:El Pais)

Juan, su hermano menor, conde de Barcelona, abuelo paterno del hoy rey Felipe VI estuvo en La Habana en 1948 en una estancia que pondrían la nota emotiva a la visita de Juan Carlos I y la reina Sofía en 1999 para asistir a la IX Cumbre Iberoamericana.

El fallecido expresidente Fidel Castro se desquitó de su descontento por no haber recibido a los reyes en visita de Estado y sorprendió a sus majestades con sendas fotos de sus padres tomadas durante aquel  periplo por el habanero territorio.

Las tensiones políticas de aquel momento, con el conservador José María Aznar al frente del Gobierno español, quedaron suavizadas cuando el rey se levantó y aseguró, llevándose la mano al pecho, que el gesto le había «llegado al corazón».

Los reyes pasearon por La Habana Vieja, recorrieron una fábrica de habanos y llegaron hasta el Palacio de los Capitanes Generales, la sede del Gobierno español en la Cuba colonial y el mismo que describiera la infanta Eulalia.

Al llegar al salón del «trono intocado», llamado así porque ningún rey de España llegó a sentarse en él, Juan Carlos I tampoco quiso hacerlo porque, recuerdan los cronistas, adujo que en el asiento no cabían todos los españoles a quienes él representaba.

Luego regresaría en 2016, al frente de la delegación española a los funerales de Castro, y será su hijo, Felipe VI, quien finalmente entre a la historia como el primer rey español en llegar en visita de Estado, tras más de medio milenio de historia compartida.

Fuente/Fotos: OnCubaNews

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