El hombre alega no querer morir, pero es incapaz de pagar sus gatos básicos.
Les Landry subsiste con 120 dólares al mes, después de pagar las facturas médicas y otros gastos básicos y ahora, está a la espera de la decisión de un segundo médico que ha evaluado su elegibilidad para una muerte médica asistida.
Recibió el visto bueno para el procedimiento, a pesar de admitir que no quiere morir y que la pobreza es un factor importante en la decisión de poner fin a su propia vida, según declaró la pasada semana al periódico a Daily Mail.
Landry era camionero y ganaba hasta 85.000 dólares al año, pero una hernia hace 15 años y las complicaciones del tratamiento le dejaron con una presión arterial peligrosamente alta y luego de perder el carné de conducir no pudo trabajar más.
Este polémico caso, que no es el primero de este tipo, deja en evidencia el enfoque de la eutanasia en Canadá, donde los expertos afirman que morir es más accesible que brindar una solución a las personas con discapacidad que necesitan ayuda.
Otro caso similar es el de la paralímpica canadiense retirada Christine Gauthier, que después de que se quejara de la falta de una silla salvaescaleras en su casa, el Departamento de Asuntos de Veteranos le ofreció aplicarle la eutanasia.
El ministro de Veteranos canadiense, Lawrence MacAulay, informó la semana pasada que un agente de apoyo de esa entidad, ya suspendido, les había ofrecido a cuatro o cinco militares retirados la opción de la muerte asistida.