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Brigitte Bardot, una actriz que llegó para quedarse, no era un juguete erótico, pero los desnudos, la convirtieron en símbolo sexual.

A Brigitte Bardot, el hecho de desarrollar su carrera lejos de Hollywood, la llamada meca del cine y coincidir en época con la excepcional Marilyn Monroe, no le impidió convertirse en un ícono mundial y al igual que la rubia de platino mantener ese bien ganado reconocimiento hasta nuestros días.

Ella fue una mujer que mostró en toda su magnitud cualidades como actriz de primer nivel y el explendor de un cuerpo de líneas bien marcadas, un rostro de rasgos perfectos y una abundante cabellera rubia, regalos de la naturaleza, la convirtieron en símbolo sexual francés en las décadas del 50 y 60 del siglo XX.

La BB, como era conocida en todo el universo, coronó sus empeños interpretativos a escala internacional, tras su actuación en el filme “Y Dios Creó a la Mujer” dirigido por su primer esposo y descubridor Roger Vadín, con la actuación además del carismático actor Jean Louis Trintignat, otro grande de la pantalla.

Su magistral actuación en la cinta la lanzó al estrellato, al caso que aún se recuerda a la Bardot bailando descalza un Chachachá sobre una mesa como una de las escenas más eróticas de la historia del cine y a partir de ese momento su aparición en público constituyó noticia relevante, incluso en los propios Estados Unidos, donde apenas filmó.

Brigitte Bardot, no permitó que el fatalismo geográfico opacara sus méritos y eso lo demuestra que fue una de las pocas artistas europeas, que mereció la atención de los medios de comunicación estadounidenses, empeñados siempre en escribir sobre ella y plasmar su foto en las más importantes publicaciones del momento.

La BB, fue un ícono no sólo en el cine, también en el modo de vestir y su desnudez era algo natural.

La Nueva Ola del cine francés, surge como una estrategia cultural de cambio, con marcados enfoques a la libertad de expresión y algo así como un canto a la plenitud de la vida, con  inclinación y gusto por el cine de interés erótico, con Brigitte Bardot y Jeane Moreau, a la cabeza del protagonismo femenino.

Ese movimiento intelectual de reclamo social, liderado por Jean Pierre Melville, el gran precursor y otros no menos relevantes como Francois Truffaut y Jean Luc Godard, aquel director, que filmó los glúteos de  Brigitte Bardot, en la cinta “El Desprecio” contribuyó a los éxitos de la actriz.

Era una especie de diosa, que paseó su belleza por todo el mundo y sus gestos para nada ficticios, parecían buscar la complicidad del expectador en cada uno de los más de 60 filmes en los cuales intervino, antes de retirarse sorpresivamente a los 39 años de edad, envuelta en el glamour de las grandes estrellas.

Cuando tenía 45 años la prensa dedicada a divulgar el quehacer privado de los famosos, le contabilizó nada menos que la cifra de 42 amantes, pero se dice que la simpática y atrevida muchacha, fotografiada en más de 60 mil ocasiones, vivió en medio de una soledad aterradora, a pesar de sus muchos romances.

En su tiempo provocó admiración y escándalo, por su belleza y desnudez insolente y ahora marca pautas en el mundo de la moda, porque sus atuendos fueron únicos y dejaron huellas, al grado que los diseñadores buscan constantemente una reminiscencia a los años 50 y 60, desde los colores, las siluetas y los estilos.

Nacida en 1934,  jamás entró a un quirófano para practicarse una cirugía estética, pero hoy en día su imagen perdura, al extremo que la alemana Claudia Schiffer, modelo top de rango internacional,  fue traída a París, con el fin de lograr la reencarnación del mito erótico de Brigitte Bardot, leyenda viva del cine francés.

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