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Ambos guardan fuerte conexión con la fe católica y las tradiciones de la santería. 

El Santuario Nacional de San Lázaro en Cuba es un lugar de gran fervor religioso, ubicado en el poblado de El Rincón, en las cercanías de La Habana, famoso por su fuerte conexión con la fe católica y las tradiciones de la santería. 

Babalú Ayé es la deidad enraizada en la creencia popular e importante en las religiones Yoruba y afrocubanas, conocido como el Padre, señor de la Tierra y asociado con enfermedades infecciosas, la miseria, la salud, temido pero también muy amado. 

Es también respetado por su poder para sanar y a menudo sincretizado y representado como un anciano con muletas, llenó de llagas y que usa una escoba para purificar, como símbolo de humildad, resiliencia y el ciclo de la vida y la muerte. 

Sus poderes de culto y hechizos se utilizan contra todo tipo de enfermedades, pero en particular contra las de la piel, inflamaciones y males trasmitidos por el aíre, así como en personas que sufren convulsiones, epilepsia y catalepsia. 

El calor también es una propiedad de Babalu-Ayé, y por lo tanto, cualquier sacrificio u ofrenda a este orisha debe realizarse durante el día, cuando la temperatura es alta, con el fin de lograr mayor efecto sobre el cuerpo de los seres humanos.

En Cuba, la devoción popular se centra en el Lázaro mendigo, con muletas y rodeado de perros, que padece lepra (aunque el Evangelio no lo especifica), pero cada año, miles de devotos realizan promesas, que cumplen de forma impostergable.

En El Rincón, a unos 30 kilómetros de la capital, funciona además un leprosorio y es habitual que dos días antes de la celebración del ritual, las calles aledañas son invadidas por cientos de personas, cuyo ir y venir dificulta el tráfico vehicular.

Los cubano tienen en gran estima a San Lázaro por su profundo amor hacia los animales y las plantas y la leyenda plantea que en África, de donde es originario Babalú Ayé, era un Dios temido y terrible, pero en la isla devino en orisha de las curaciones.

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