Tenía un don especial y el fallecido mandatario quiso aprovecharlo.
La religiosa ha conocido a siete pontífices, entre ellos Benedicto XVI, para quien creó el queso “Fritz Keiser”.
La ceremonia inaugural del hotel Paradisus del balneario turístico de Varadero en 2006, propició que el líder cubano Fidel Castro degustara alguno de los platillos elaborados especialmente para la ocasión.
La monja católica italo-canadiense Sor Angele Rizzardo, era quien los había elaborado y como el amor entra por la cocina, el fallecido gobernante se enamoró perdidamente del sabor de sus platos.
La prestigiosa cocinera, conoció al comandante de la Revolución Cubana años antes en la escuela de hostelería de Québec donde él le había solicitado su colaboración en la gastronomía de la isla.
Programas televisivos y radiales, libros con su recetario y encuentros con personalidades internacional avalan a esta singular figura que llegó por primera vez a Cuba a principios de los años 90.
En aquel momento entregó la distinción “El tenedor de oro” a la popular Nitza Villapol y desde entonces no ha parado de visitar la mayor de las Antillas, principalmente como invitada a la apertura de hoteles.
Sus reiterados viajes al país caribeño también le permitieron conocer las peculiaridades del arte culinario cubano, de la que ha dicho preferir ingredientes como la langosta, los frijoles negros y el comino.
Sor Angele ha recibido premios como el Max Ruopp que en 2012 le otorgó la Sociedad de cocineros y pasteleros de la provincia canadiense de Québec, donde reside desde 1955, cuando dejó su natal Italia
En Québec aprendió francés e ingresó en la comunidad religiosa Virgen del Consejo en 1957, y además recibió clases de cocina, panadería y pastelería en el Instituto de Turismo y Hospitalidad desde 1975.
La carismática monja está convencida de que su misión como chef consiste en hacer comer bien a las personas con los productos que la tierra produce, porque a su propio decir: “un puñado de tierra es un puñado de vida”.
