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Esperemos que el sustituto del Benedicto XVI no utilice la piel de armiño para la confección de sus atuendos.

El Papa Benedicto XVI, que acaparó la atención por su repentina renuncia, figura en la lista de la revista masculina Esquire, entre los primeros 12 hombres del mundo vestidos de manera “especial” y lo identifican como el “mejor portador de accesorios” por sus trajes, gorros y zapatos, entre otras prendas.

El ex Santo Padre utilizaba abrigos largos y la pellegrina o capa roja con bordes de piel de armiño, el camauro o gorro invernal de lana blanca, confeccionados a partir de ese animalito y estolas bordadas con hilos de oro, quizá con el propósito de suavizar su imagen con los encantos o simpatía de San Nicolás o Papa Noel.

Esta es la visión de algunos analista , aunque para otros, fue simplemente el Papa “coqueto” o el de las “pieles rojas y blancas, aunque en los últimos años, la Asociación Italiana para la Defensa de los Animales y el Medioambiente, le sugirió que dejara de usar estas prendas de vestir hechas de piel de armiño.

Los animales son criaturas de Dios y los armiños son animalitos sensibles que tienen el derecho a vivir como cualquier otro y que, al igual que los demás seres, sufren y sienten dolor y miedo cuando son condenados a muerte para satisfacer los antojos de algunas personas, entre ellos el antiguo jefe de la Iglesia Católica Apostólica Romana.

El armiño es uno de los carnívoros más pequeños del mundo y tiene el cuerpo alargado y extraordinariamente flexible.

De ahí, que ante el dolor de la herida del corte entre las piernas para arrancarle la piel se despiertan y luchan desesperadamente para librarse de sus victima, que los cuelgan por las patas o colas, y a templones los desolla hasta lanzarlos agonizantes, en el sitio de depósito, donde mueren lentamente desangrados.

Apunta el ambientalista Lenín Cardozo, que San Francisco de Asís, hablaba sobre los animales como nuestros «hermanos menores», incluso hay oraciones cristianas en defensa de los armiños y es sabido que desde Juan Pablo II la iglesia católica desarrolla una cruzada para pedir perdón por estos desmanes.

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