El joven se encuentra detenido en un centro del Servicio de Inmigración.
Las especulaciones en torno a la suerte del piloto cubano, autor de un acto de piratería aérea y ahora detenido, mantienen particular significación mediática en el sur de Florida, desde la misma ocurrencia del suceso el 21 de octubre último.
Lo cierto es que se pretende enmascarar la realidad y no es por olvido que dejan de decir que el desvío y secuestro de una aeronave en cualquier parte del mundo constituye un delito, que ya cuenta con antecedentes en este país.
El Instituto de la Aeronáutica Civil de Cuba (IACC) denunció al día siguiente la sustracción de una avioneta modelo An-2, identificada con el vuelo CNI 400, matrícula CU A1885, y a cargo del capitán isleño Rubén Martínez Machado.
Según la nota, la acción violó las regulaciones aeronáuticas y fue calificada como un “acto de piratería aérea”, tipificado como “delito” en convenios internacionales ratificados por Cuba y Estados Unidos, donde se consumó el hecho.
El relato no habla que Martínez Machado contaba con la confianza de la dirección de la Empresa Cubana de Servicios Aéreos (ENSA) y que antes de llegar a Miami cumplían su habitual jornada laboral, lo cual demuestra que no sufría persecución.
Su situación es similar a la Adermis Wilson González, quien quedó libre este octubre luego de expiar en Estados Unidos una condena de 20 años de cárcel por el delito de piratería aérea tras secuestrar un avión en la mayor de las Antillas en 2003.
El aviador villaclareño deberá permanecer en un centro de detención del Servicio de Inmigración (ICE) en Pompano Beach, luego de que un juez le negara la fianza y manifestara que la apropiación del aparato debe ser tratado como un crimen.
El fallo es más que elocuente y la intención de presentar al joven como inocente, con la posibilidad de su liberación, crean un estado de opinión y de falsas expectativas, a sabiendas que eso solo compete a las autoridades de judiciales.