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Su quehacer culinario alcanzó fama en toda Cuba y hasta en el extranjero.

Una vez retirada, varios negocios asumieron como nombre “Tamales Olga” y “Olga, la tamalera”.

La cienfueguera Olga Moré Jiménez, fue la musa inspiradora del contagioso pregón popularizado por la inigualable Orquesta Aragón, escuchado en casi todo el mundo y versionado a muchos géneros y cantado por importantes artistas.

Corrían los años finales de la primera mitad del siglo XX, cuando el personaje de esta historia radicado en La Habana, tuvo que vender tamales para sostener a la familia dada la compleja situación económica que sufría el país.

Coinciden los historiadores especializados en temas callejeros que Olga era una habitual de la céntrica esquina habanera donde confluyen las calles Prado y Neptuno, donde se escuchaban sus ingeniosos pregones para atraer a los clientes.

Este particular, unido a la calidad del producto, le fue granjeando popularidad a la vendedora, que pasaba largas horas en el arte de elaborar el suculento alimento a base de maíz tierno rayado, carne puerco y un sazón que solo ella conocía.

Otro lugar frecuentado por Olga fueron los salones de bailes populares, donde alternaba la venta, con algún que otro pasillo, de acuerdo a las canciones de moda en aquella época y precisamente fue allí donde conoció al flautista pinareño José Antonio Fajardo.

Él era director de la Orquesta Fajardo y sus Estrellas, que ante el inconfundible sabor del manjar y la fama alcanzada por Olga, tuvo la gentileza de dedicarle una canción que tituló “Los tamalitos de Olga”, que derivó furor en la década del 50.

Otras interpretación refieren que “Olga la tamalera”, como era conocida, no vendía por la calle, ni tocaba de puerta en puerta ya que era dueña de una categoría culinaria y la mercancía la ofrecía en su propio hogar y casi siempre por encargo.

El pregón, devino éxito internacional, de la mano de Rafael Lay y su agrupación, gracias a sus giras por América Latina y más tarde en los Estados Unidos y parte de Europa, y no resulta difícil creer que en varios países se tarareara el estribillo.

La canción, que además rinde culto a uno de los platos más sabroso de la cocina cubana, grabada además por el proyecto Estrellas de Areíto, el cuarteto de saxofones Magic Sax Quartet y el venezolano Oscar D´León, acumula la fabulosa cifra de 160 versiones.

Fuente: Tocororo Travel/Foto:Memorias de un cubano

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