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Salvador Ramos sufrió una vida familiar tensa y era víctima de acoso por su tartamudez.

Salvador Ramos nació en Dakota del Norte

Conocidos y allegados pintan una versión contradictoria sobre Salvador Ramos, autor de una de las mayores masacre perpetrada en una centro escolar de Estados Unidos, y que dejó un saldo de 19 estudiantes muertos y dos maestras.

Unos dicen que el joven de 18 años de edad fue objeto de bullying y otros lo niegan, en tanto surgen dudas sobre su historial criminal, pero está claro que este martes, ingresó a la escuela primaria Robb de Uvalde y abrió fuego contra alumnos y docentes.

Era un adolescente solitario, que cursaba el último año de la escuela preparatoria de la ciudad donde vivió la mayor parte de su vida y el gobernador Greg Abbott confirmó que había dejado los estudios, y que era un ciudadano estadounidense.

Jeremiah Muñoz, de 22 años, dijo al periódico The New York Times que conocía a Ramos y recuerda que era víctima de acoso en la escuela, y que recibía mensajes ofensivos contra su madre, su hermana y por el tipo de ropa que vestía.

Sin embargo, Iván Arellano, otro estudiante de último año de preparatoria, que también conoció al del tirador, contradijo ese testimonio al plantear a WFAA que Salvador Ramos jamás fue objeto de hostigamiento y solía maltratar a los animales.

Estas armas las compró de manera legal cerca de la escuela

Ramos había publicado pistas en las redes sociales acerca de un posible ataque y “insinuó que deberían cuidar a los niños” y compró dos “rifles de asalto” al cumplir los 18 años, días atrás, según afirmó el senador estatal Roland Gutiérrez.

En mensajes privados difundidos en Facebook comunicó “Disparé a mi abuela” y más adelante escribió “Voy a disparar a una escuela primaria”, mientras mostró en Instagram las dos armas AR15 que empleó en la mortal balacera.

Santos Valdez Jr., de 18 años, relató al diario The Washington Post, “Él se cortaba la cara con cuchillos una y otra vez”,, y al cuestionarlo sobre por qué lo hacía, le respondía que solo era por diversión”, mientras Stephen García, explica que era muy tímido.

García quien se consideró el mejor amigo de Ramos, confesó que el atacante había sido víctima de bullying “por parte de mucha gente” y recuerda que abandonó la escuela y comenzó a usar botas militares largas color negro y se dejó crecer el cabello.

La gente de su entorno se burlaba de su tartamudez desde que era era niño, sufrió una vida familiar tensa por desavenencias con su madre y cuentan que arremetía con violencia contra compañeros y extraños a lo largo de los años.

Las enfermedades o trastornos mentales representan el porcentaje más alto de problemas de salud en Estados Unidos y la matanza perpetrado por este adolescente supone que su bienestar emocional, psicológico y social estaba quebrantado.

Pero, no prohibir ni limitar la venta de armas de fuego, y echar la culpa de cualquier suceso infausto a los problemas apuntados y a la falta de prevención a la violencia con este tipo de artefacto, sería defender lo peor de este flagelo.

Al parecer nadie tomó en cuenta los demonios que perseguían a Salvador Ramos durante su azarosa existencia; pero, no fue el diablo quien puso en sus manos las armas que truncaron la vida de inocentes criaturas y la de sus educadoras.

Redacción (AD)

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