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La aventura de encontrar cofres repletos de oro.

¿Pensarán que los piratas eran bobos?

Creo que aún el Conde Don Beltrán de Santa Cruz y Aranda estaba vivo, cuando
los buscadores de tesoros comenzaron la aventura de encontrar los cofres que
los piratas del Caribe escondieron en los montes y serranías que circundan a la
Ciudad Condal de Jaruco.

Estoy hablando del siglo 18, pero aún hoy en la era de la digitalización, la física
cuántica y la conquista del Planeta Marte, muchos creen en el tesoro escondido y
siguen abriendo huecos en cuanta cueva aparezca.

Si en realidad los piratas tuvieron que esconder cofres repletos de joyas y
doblones de oro, a la semana siguiente regresaban y cargaban el tesoro en sus
bergantines rumbo a Isla Tortuga o Port Royal.

Existe la creencia errónea de que el río San Juan, es decir el Río Jaruco, era
navegable desde su desembocadura en la costa norte hasta la Ciudad Condal,
pero el que afirma eso jamás ha recorrido a pie sus márgenes.

Una buena parte de su extensión no rebasa los dos metros de calado y a veces
el ancho es de apenas dos o tres metros, dimensiones que no permitirían el paso
de un bergantín, porque fue uno veleros más grandes usados habitualmente por
los piratas.

Podía llevar hasta 100 hombres y 12 cañones, desplazaba hasta 150 toneladas y
tenía 24 metros de eslora. ¿Pensarán que los célebres piratas Henry Morgan, Sir Francis Drake, Dragut, Bartholomew Roberts, o El Olonés eran bobos?

Además, no creo que los piratas caminarán el largo tramo desde la costa hasta las Escaleras de Jaruco y sus alrededores para enterrar sus botines, desafiando enmarañados bosques y exponiéndose a la vigilancia de la soldadesca española.

Lo cierto es que todavía te encuentras a buscadores de tesoros con sus
detectores de metales por las lomas de Jaruco, destruyendo las cavernas y todo lo que encuentran a su paso, que sí son un tesoro de la naturaleza.

Que cara pondrían esos destructores de la biodiversidad, si al excavar en la
llamada cueva de Los Tarecos, saliera de las entrañas de la tierra la esquelética figura del pirata cubano Diego Grillo, sable en mano.

Francisco Martínez.