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Son hombres sin escrúpulos que lucran con el tráfico ilícito de migrantes a través de fronteras.

Los coyotes conocen las rutas para evadir la vigilancia

El término coyote, según un artículo publicado por El Comercio (GDA), de Perú, surgió en la década de los 50 y apela al animal salvaje que habita en zonas semidesérticas y actúan en manada, mayormente por las noches y a escondidas.

Así también lo hacen estos hombres sin escrúpulos que lucran con el tráfico ilícito de migrantes a través de fronteras y entre continentes, según explica en un informe la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

Lo que le preocupa a organizaciones en todo el mundo, como es el caso de la ONU y Amnistía Internacional, es que los migrantes son objeto de explotación y abuso cuando deciden pagarle a un ‘coyote’ para que los lleve de un país a otro.

Las personas que se lanza a esta aventura muchas veces corren el inminente riesgo de   asfixiarse en el interior de contenedores, perecer en medio del desierto o ahogarse en el mar mientras son conducidos por contrabandistas.

Entre las tarifas establecidas, que muestran hasta dónde puede llegar este flagelo, comienzan desde los 5 mil dólares y pueden ascender hasta los 12 mil, para un viaje desde los Nogales, en México, hasta Tucson, en Estados Unidos.

En el caso de México los coyotes son tan poderosos que corrompen a cualquiera y a todo y se introduce incluso en los muchos campamentos fingiendo ser migrantes para vigilar a su presa, especialmente cuando están heridos, y reclutar a nuevos.

Los peligros del viaje también se intensifican, puesto que la ruta principal converge con uno de los campos de batalla más duros de las largas guerras de carteles de la droga que dominan extensas zonas del territorio mexicano.

El negocio de traficar personas a través de la frontera está controlado por el crimen organizado, al menos en el Valle del Río Grande, dice Jerry Robinette, un ex agente especial de la división South Texas del Departamento de Seguridad Nacional.

En el 2017, el diario El Universal, de México, publicó la historia de Hipólito Acosta, un agente encubierto que se adentró en el temible mundo de los coyotes y sus memorias quedaron consignadas en el libro ‘Inmersos en las sombras’.

Cuenta el protagonista de esta historia: “Me agarré a los puños, me arrastró un carro, me apuñalaron, me metieron en una cárcel mexicana cuando quedé al descubierto, y me amenazaron (de muerte) con bastante regularidad”.

Acosta, quien nació en Estados Unidos, narra que su herencia mexicana le permitió infiltrarse en ese mundo y hacerse pasar como inmigrante indocumentado y conocer desde adentro la operación del tráfico ilícito de personas.

Los datos de la ONU indican que anualmente hay cerca de tres millones de entrada clandestinas a Estados Unidos, en camiones que pasan la frontera, viajes que se han hecho a pie, por ferrocarril o incluso por túneles especiales.

Fuente: El Tiempo/AlDíaDallas/El Nacional

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