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El estelar ex-atleta cubano sortea obstáculos desde hace 20 años, pero ahora lejos de la pista.

Dayron Robles en su faceta de maestro de cocina

Dayron Robles sortea obstáculos desde hace 20 años y su vida, tanto dentro como fuera de las pistas, ha sido una extensa carrera repleta de vallas, las cuales intenta sobrepasar –no eludir– con un virtuosismo fuera de lo común.

Natural de la oriental provincia de Guantánamo, el vallista emprendió un largo viaje dispuesto a convertirse en una estrella, y hoy es uno de los referentes históricos del atletismo cubano en un trayecto repleto de tropiezos.

Justo a partir del sacrificio, Dayron se labró un camino brillante, con el título olímpico de Beijing 2008 y el récord mundial de los 110 metros con vallas, el cual ostentó desde junio de ese mismo años hasta septiembre del 2012.

Después de estos logros, su carrera dio algunos tumbos y no volvió a encontrar la estabilidad en el rendimiento, hasta llegar al retiro definitivo. Pero su empeño de crecer nunca se apagó, y emprendió la carreras de los negocios.

Dueño del restaurante “La Escondida Habana”, en el centro de la capital, y gestor de hostales en la misma zona, Dayron se ha enfrascado en una aventura con tantas o más vallas que todas las carreras de 110 metros que disputó en circuitos profesionales.

El bólido oriental, que sigue activo y en excelente forma física, pese a estar retirado hace ya casi cuatro años, confirmó que extraña el deporte todo el tiempo y confiesa “Para mí, eso es la vida, independientemente de lo demás que haga.

Su marca de 12.87 segundos pasó a la historia en la ciudad checa de Ostrava en 2008, y aunque ya no aparece en el libro de récords universales del atletismo todavía tiene el valor incalculable de ser la segunda en el ranking de todos los tiempos.

En más de una ocasión ha reconocido que por momentos perdió la confianza, que pensar demasiado le hizo daño y por eso quizás le fueron esquivas otras metas como un título mundial de la especialidad al aire libre que nunca consiguió.

Alumno de una reconocida escuela cubana de vallas, el guantanamero de 33 años bien pudiera estar todavía compitiendo si las lesiones no le hubieran afectado tanto, como tal vez le sucedió con algunos desencuentros fuera de las pistas.

Lo cierto es que ninguna historia del atletismo cubano puede hacerse sin tener en uno de sus lugares más sobresalientes a Dayron Roble, uno de los grandes del deporte rey en el mundo, y cuya huella quedó marcada a base de talento y esfuerzo.

Fuente/Foto: OnCuba News

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