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Un viaje en busca del sueño americano

la bestia

El trasfondo político es olvidado cuando se habla de la migración en naciones donde los ricos tienen siempre más y los pobres cada día menos.(Foto Internet)

La Bestia, El tren de la muerte, El devoramigrantes, son nombres que sirven para identificar a un medio de transporte que atraviesa México de sur a norte y donde imperan el miedo, el vandalismo, las violaciones de mujeres, y los asesinatos.

Agobiados por las penurias y calamidades que sufren en sus países de origen y el propósito de llegar a Estados Unidos, como solución “salvadora”, cientos de emigrantes centro y sudamericanos abordan diariamente a riesgo de sus vidas el largo convoy, dedicado al traslado de mercancias.

Desgraciadamente muchos perecen en el intento y se habla que los maquinistas y miembros de la tripulación encargados de los cambios de vías durante el trayecto, facilitan deliberamente el trabajo Maras, Zetas y otros narco traficantes. Estos individuos se encarga de disminuir la velocidad del tren en determinados tramos o avisan de los horarios de salida a estos padilleros sin escrúpulos que asaltan a los desdichados indocumentados, pero a pesar del riesgo el éxodo de hombres, mujeres y hasta niños continua.

El Padre Alejandro Solalinde, uno de los activistas pro derechos humanos más conocido de México, lleva años denunciando los abusos de las propias autoridades y de los narcos contra los migrantes indocumentados que hacen el viaje.

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El Padre Alejandro Solalinde, lleva años ofreciéndoles cama, comida y consejos  a estas personas.

Muchos de ellos son secuestrados por los traficantes de personas, que luego de esconderlos en las llamadas casas de seguridad, cobrará dos mil dólares a cada uno por llevarles a su destino, y quien no pague morira sin remedio.

Se dice que de cada 10 mujeres, siete son violadas y como recurso para no quedar embarazadas se inyectan antes de subirse al tren un anticonceptivo conocido como Depo-Provera, que impide la ovulación durante tres meses.

La cifra de personas que perdieron, parte de sus cuerpos y hasta su vida, tratando de cruzar el territorio mexicano de manera ilegal, colgados o encima de los techos de los vagones de carga es incalculable, mientras poco se hace para evitarlo.

Mientras los cantos de sirena avivan el empeño por alcanzar el cacareado paraiso terrenal, el sueño americano troca en agónica pesadilla entre rieles, la esperanza de los furtivos pasajeros del fiero mastodonte ferroviario.

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