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DEPORTES

LA PASIÓN DE TODOS LOS CUBANOS.

By April 4, 2010July 26th, 2013No Comments
INDUSTRIALES CAMPEON

En Cuba el beísbol es el deporte preferido y el equipo de Industriales es el más popular entre los 14 que participan en el campeonato nacional.

“¡Industriales campeón!”

Soy de la generación de habaneros que creció amando al equipo que, a pesar de las circunstancias, llegaría a ser el más contradictorio y simbólico del deporte cubano: Industriales. Porque es que desde siempre, Industriales es el equipo que más personas quieren ver ganar y el que más personas quieren ver perder. Un equipo que se toma como referencia. Si a un bateador se le cuestiona porque batea 0,65 de average, con un hit en 300 veces al bate, el bateador dice orgulloso: “¡Sí, pero ese hit se lo di a Industriales”.

Si un pitcher compila 30 juegos perdidos y uno ganado, dice: “¡Sí, pero esa victoria fue frente a los Industriales!”
Sí, soy industrialista, pero ante todo, humano. Por eso puedo escribir la crónica de mi vida y decir que cuando a las dos y cinco de la madrugada del día 1 de abril, aquella enmarañada bola blanca con alma azul salió de las manos del espejuélico Joan, y volando supersónicamente los 45 pies de la lomita al home, se incrustó en la mascota de Frank Camilo, sentí una milésima de segundo de tristeza piadosa cuando el bate de Andy Zamora la abanicaba sin tocarla, consumándose un ponche y el último out del juego. Tristeza piadosa por Andy, porque su imagen frustrada congeló los corazones naranjas. La respiración de todos estuvo un instante en vilo. El dramático silencio villaclareño llegó hasta la Loma del Capiro para ser sepultado después por un rugido estremecedor que llegaba desde la capital de todos los cubanos: ¡Industriales campeón! El país, paralizado desde las ocho de la noche de ese 31 de marzo, saltó jubiloso de una punta a la otra, con mi salto incluido en tanto soy humano, porque el león regresaba al trono y el cielo del béisbol cubano volvía a ser azul.

La mascota del emblemático equipo Industriales, está de fiesta.y La Habana entera.

El juego fue cerrado desde el inicio y la primera sorpresa fue ver espacios vacíos en las gradas. Los villareños, tras la derrota la noche anterior, parecían rendidos, aunque siempre mantuvieron la ilusión. El fracaso en el sexto juego fue traumática para una Villa Clara que ya veía el cielo naranja. Pero los cuartos bates tienen que comprar en dos bolas sin strike, algo que no hizo Borrero en ese sexto juego. Y esa noche nadie durmió en Villa Clara.

¡Además. señores, desde el inicio de los tiempos, el cielo siempre ha sido azul!

El partido llegó a la octava entrada con marcador de 5- 2 a favor de unos Industriales, dueños del terreno ajeno y la concepción de juego como un arte armónico y vertiginoso. Sobre el Sandino volaba el espíritu de Ramón Carneado, aquel manager que le insufló a Industriales un estilo de juego orgulloso y retador, optimista y envidiable. Todo ello, unido a las visibles ausencias en las graderías de aficionados, que a esa altura ya daban por perdido el encuentro, le dieron a Industriales una filosofía ganadora. Esto no se hace, tu equipo es tu equipo, en las buenas y en las malas. No debieron dejar al conjunto naranja abandonado cuando más apoyo necesitaban.

Pero de sorpresas está lleno el mundo y en el octavo apareció una grande para Villa Clara que prendería la efímera ilusión en los parciales naranjas. Aquí quemaron las naves con cohetes de Pestano y Lunar. Eso fue todo para Arleys y al rescate entró el derecho Brian Ruiz, quien ponchó al emergente Dian Toscano, pero aceptó un jonronazo de Canto que empató el juego y estremeció a la ciudad naranja y a la ciudad azul.

Entonces comenzó otro juego de pelota. A esa hora regresó mucha gente que se había marchado y el estadio casi volvió a llenarse.

Y en el noveno los naranjas pusieron la victoria a 180 pies del home, los villareños olfatearon el triunfo con dos corredores en circulación. Villa Clara tenía que hacer su carrera ahí, tenían a su Santo Grial en segunda, debieron hacer lo que fuera necesario para traer a ese corredor hacia el plato. Ese hombre tenía que morirse en home, de jugadas espectaculares e inesperadas está hecho el beisbol. A Martín la gloria le pasó por el lado pero no la vio quizás preocupado por tecnicismos y discusiones extrabeisboleras; debió llenar los ojos de alegría y no de llanto a sus seguidores. ¡La carrera tenían que fabricarla ahí! Ahora no tuvieran que esperar a hacerla el año que viene. Porque ya se les acabó el campeonato.

Así, el maleficio azul hizo de las suyas. Un mago se subió a la lomita capitalina y les desapareció la pelota. Un zurdo de 18 años de edad, Joan Socarrás, les dejó entrever con sus lanzamientos embrujados que él no sería el villano sino el héroe. Y le sirvió un ponche de leyenda a Toscano. Y como cuando tú no haces, te la hacen, en el décimo, el hálito industrialista de los Tony González, Ñico Jiménez, Pedro Chávez, Trigoura, Street, Lazo, Marquettí, Lázaro Vargas, los recuerdos románticos de los fundadores y continuadores, abrazaron el banco azul. Y de allí salió el experimentado Rudy Reyes escondiendo en sus bolsillos un hit al jardín derecho a lo que le siguió un doblete de Stayler y un fly de sacrificio de Raiko para sumar dos anotaciones irremontables para los naranjas. Entonces muchos recordamos el mítico jonrón de Marquettí en 1986 cuando le desapareció una pelota a Rogelio García en aquel atestado estadio Latinoamericano, o el hit de oro de Enriquito Díaz, dando la victoria a Industriales en el 2006.
Ese décimo episodio fue histórico en el Sandino e hizo gritar a toda Cuba: “¡Industriales campeón!”.

Porque, señores, si La Habana es la capital de todos los cubanos, Industriales es el equipo de todos los cubanos.

EL INDUSTRIALISTA