Skip to main content

Fue un enigma, un ataque de nervios que marcó un hito en la historia de la salsa

Lupe grabo con Tito Puente cuatro discos que tuvieron un éxito inaudito y la catapultaron al estrellato

La cantante cubana conocida como La Lupe, fue un enigma, un ataque de nervios que  marcó un hito en la historia de la música bailable durante la época dorada de la salsa, para convertirse en la figuras más expresivas del género afrocaribeño.

Cultivo una voz privilegiada, y lo que más sorprende —más allá de las actitudes estrafalarias que la transformaron en leyenda— la ternura que imprimió a grandes temas de su cancionero como Puro teatro y Qué te pedí.

Hasta el día de hoy, la discografía de esa diva incontrolable, perteneciente al imperio de la Fania— sorprende con su variedad y elegancia, aunque dicen que en la década del 70 fue eclipsada por Celia Cruz “la otra reina” de la música tropical.

“Era una cosa increíble y tenía la habilidad de interpretar cualquier género musical”.”, al decir de Juan Moreno-Velázquez, profesor universitario y autor de la aclamada biografía Desmitificación de una diva: La verdad sobre La Lupe.

Lupe Victoria Yolí Raymond nació en Santiago de Cuba el 29 de diciembre de 1939 y albergó desde pequeña la ambición de ser cantante, pero cursó estudios de magisterio antes de presentarse en los clubes nocturnos de La Habana.

Su admirador Pedro Almodovar incluyó en la banda sonora de sus películas algunas interpretaciones de la Lupe

Ella causó sensación en Cuba por sus obvios atributos como interprete, que brillaba con igual fulgor en tórridos boleros y alegres guarachas y por aquella peculiar costumbre de entrar en una especie de trance sobre el escenario.

De la noche a la mañana devino en una tormenta de pasión para el público, y como parte del ritual de la célebre artista, ya sobre la tarima, se arrancaba la peluca, atacaba al pianista y tiraba sus joyas a la gente en medio del asombro de todos.

La Lupe emigró a Estados Unidos en 1962 y el cantante y director de orquesta boricua Pete Bonet la conoció cuando trabajaba en Nueva York con el grupo del ilustre conguero nacido en la Isla caribeña Mongo Santamaría.

Después la descubrió Tito Puente y la primera colaboración entre ambos salió al mercado en 1965 con una nueva manera de interpretar el bolero romántico casi rabioso, el mismo registro emocional que empleó el resto de su carrera.

Los delirios sobre el escenario continuaron y cuando se separó de Puente rápidamente alcanzó una exitosa proyección como solista, para lo cual contrató a Pete Bonet junto a su director musical, Louie Ramírez, para que la acompañaran en vivo.

Locuras o no, a finales de los 60 y principio de los 70 fue la cúspide comercial de la cantante, cuando se dio a conocer como “the queen of Latin Soul” con discos clásicos y ganancias millonarias, gracias a canciones como La tirana y Fever.

Aun así, no supo aprovechar su éxito y un segundo matrimonio fallido, su entrada en la santería y la pésima administración de su fortuna la dejaron en la bancarrota y de la misma manera que logró la fama, cayó a lo más bajo.

A fines de los 80, luego de apostar por el cristianismo grabó discos de música religiosa, pero falleció en el Bronx, Nueva York, de un ataque al corazón en 1992, a la edad de 52 años y lo hizo predicando la palabra de Dios, y era muy feliz.

Fuente/Fotos:AARP/Wikipedia/El Nuevo Herald/Diario de La Américas

 

Leave a Reply