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Creció en Birán junto al líder cubano.

María Antonia Pujol Bravo es una especie de leyenda para los ganaderos cubanos

La mujer que pasó sus años de niñez y adolescencia junto a Fidel Castro y luego devino su amiga íntima, apodada La Doña y propietaria de grandes riquezas de la tierra y el ganado, que jamás resultaron expropiadas, murió el 12 de julio de 2018.

A María Antonia Puyol Bravo, no le fue confiscado el patrimonio agrícola que poseía antes del Triunfo de la Revolución y que conservó hasta sus últimas horas de vida, gracias a la legendaria relación de amistad que mantenía con Castro.

En su finca Alcázar, de más de 50 caballerías de tierra ubicada en el paraje de Romana Siete, a pocos kilómetros de Contramaestre en Santiago de Cuba, tenía más de un centenar de obreros y campesinos que trabajaban para ella.

Ella nació en el poblado de Birán y en su hacienda se obtuvieron las mejores crías de cruzamientos genéticos de la ganadería en Cuba y ganó más de 200 premios en Ferias Agropecuarias nacionales y en Santo Domingo, México, Colombia y Venezuela.

Nunca se casó ni tuvo hijos y creció junto al líder cubano, unida a la familia de éste por sólidos lazos afectivos, aunque muchos la confunde con María Antonia Gonzáles fallecida en 1987, quien fue la que ayudó a Fidel Castro en México.

Puyol Bravo, cooperó con el Ejército Rebelde en la lucha contra el gobierno de Fulgencio Batista, y era dueña de una rara sabiduría casi de nacimiento, que le posibilitaron ganar decenas de batallas contra el tiempo y las adversidades de la vida.

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