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MUNDONUESTRA OPINIÓN

Matar en nombre de Dios.

By July 30, 2011February 25th, 2013No Comments

El presidente Barak Obama, carga sobre sus hombros el peso de la guerra, dejado por su predecesor George Bush.

Los atentados terrorista al World Trade Center, en Nueva York y a las oficinas del Pentágono, en Virginia, el nueve de septiembre de 2001, sirvieron de pretesto al ex-presidente de Estados Unidos George Bush para invadir Afganistan, tras la negativa de entrega de Osama Bin Laden, presunto cerebro pensante del ataque suicida.

El ejército estadounidense atacó aquel país a menos de un mes del crimen, que costo la vida a más de tres mil personas y heridas a otras seis mil, con el propósito de derrocar al régimen Talibán y capturar al líder de la organizacion Al Qaeda, supuestamente ultimado el primero de mayo de 2011 a manos de un comando especial.

Entre el 20 de marzo y el primero de mayo de 2003 las tropas norteamericanos entraron en Irak, luego de acusar al desaparecido mandatario Saddan Hussein de apoyar al terrorismo y poseer armas de destrucción masiva, que jamás llegaron a encontrarse.

Los detractores de la guerra emprendida por la nación más poderosa del mundo contra el poder islámico, plantean que responde a intereses meramente económicos y políticos, mientras el anterior ocupante de la Casa Blanca, expresó en aquel momento: “Dios nos ha llamado para defender nuestro país y conducir al mundo a la paz”.

Así Bush declara durante una reunión con cinco religioso, sertirse más cerca del Mesías y en su nombre se lanzó a la cruzada bélica que ahora totaliza el saldo de unos 20 mil civiles muertos, entre ellos; mujeres, niños y ancianos, con un número indeterminado de heridos y casi 8 millones de seres en campos de refugiados.

La muerte y la destrucción son secuelas de la guerra, llámese necesaria o preventiva.

Sólo las fuerzas invasores de Estados Unidos suman más de seis mil bajas, desde el comienzo de las acciones bélicas, asi como otros dos mil 200 entre los llamados contratistas, incluidos como daños colaterales, mientras la resistencia reporta una cifra superior a los 15 mil muertos, entre iraquíes, afganos y pakistaníes.

La nación norteamericana tiene en Afganista más de 100 mil efectivos militares, casi tres cuartas partes del contingente internacional desplegado en ese territorio centroasiático, pero el jefe de estado Barak Obama, prometió su salida paulatina, que para el 2012 será de 33 mil, hasta completar la retirada total en 2014.

Lo cierto es que la guerra es un flagelo tragicamente actual, al decir del Papa Juan Pablo II y a ese terrible drama se suma el silencio de Dios que parece disgustados por la actuación de la humanidad, en medio de la avaricia de las grandes potencias, en pugna por dominar las más importantes esferas de influencia del mundo.

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