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Un pintoresco personaje que amaba al béisbol y al equipo Almendares

Porfirio Valentín Hernández, (al centro) falleció el nueve de septiembre de 1975

Porfirio Valentín Hernández, alias “El piloto”, nació en la Ciudad Condal de Jaruco, y desde muy pequeño, fue seguidor de los Campeonatos de Béisbol Profesional en Cuba y fanático hasta su muerte del Club Almendares de la Habana.

El sobre nombre con el cual todos los conocían, nada tiene que ver con su afición al béisbol, sino por un tío que era piloto de Cubana de Aviación, y del que el muchacho siempre hablaba en las tertulias del pasatiempo nacional.

Era tal su afición por la pelota y al equipo Almendares, que cuenta que llevaba una libreta donde anotaba todo lo acontecido en los juegos, jugadas de cada pelotero con tablas estadísticas, Récord de batazos, outs, strikes, y demás pormenores.

Con esa libreta hacia su estancia en la esquina donde estaba la Farmacia, hoy actual Librería, y también en la llamada Cuatro esquinas del pueblo, donde se reunían muchos fanáticos que lo conocían, haciéndole un gran coro.

Los amigos, que conocían de su fanatismo, a veces, para verlo acalorado lo provocaban, defendiendo al equipo contrario de “Piloto”; de estas discusiones surgieron anécdotas que hicieron que Piloto fuera conocido hasta en La Habana.

Cuando el equipo del Almendares ganaba el juego, este pintoresco personaje salía a la calle y lanzaba un volador de a peso, llamado así por su precio, “Piloto” compraba estos voladores (muchas veces haciendo peripecias con su economía familiar).

Lo lanzaba para reafirmar su fanatismo, encendía con un tabaco, prendía fuego a la mecha y el volador salía disparado a una gran altura, y al estallar hacía un gran estruendo, oyéndose en todo el pueblo, ubicado a unos 50 kilómetros de la capital.

El carismático almendarista, afable y social, se hizo tan famoso por sus ruidosos artefactos, que cuando no tenía el el dinero suficiente para comprarlos sus amigos, le hacían una “ponina” por tal de verlo contento y no desatar “su ira beisbolera”.

Usaba un sombrero de pajilla, que hacia llamar la atención a todos, en su ir y venir por las calles; siempre con sus comentarios acerca del gustado deporte tanto en la localidad, como fuera de ella y donde conocidos le hacían reverencias alegóricas.

Piloto, junto con otros personajes, dotan a Jaruco, de una serie de figuras pintorescas que forman parte indisoluble de la historia de la comunidad y son como grandes tesoros que guardamos todos los jaruqueños en nuestra memoria.

Fuente/ Ecured

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