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Precursor de la medicina tradicional china en Cuba.

Chang Bon Biá fue un notable hombre de ciencias de amplia cultura oriental

En medio del gran auge migratorio del siglo 19 procedente de China, llegaron a Cuba culíes de la región de Cantón, con amplios conocimientos de Botánica y la experiencia práctica de la medicina tradicional de su país, que impresionó gratamente a la población de la isla por sus resultados en el orden curativo.

El pionero de  esos individuos de renombre en el campo de la medicina, fue Kan Shi Kon, quien instaló su consultorio en la calle Rayo, esquina a Soledad, en La Habana, mientras Ramón Lee, alcanzó éxitos como médico en pleno corazón del Barrio Chino.

En 1858 apareció en La Habana Chang Pon Piang, pero según los historiadores Emilio Roig de Leuchsenring y Portell Vilá el habla popular de los cubano de aquella época lo transformó en Chang Bom-Biá que en castellano significa “Sol Amarillo”.

Arribó a la mayor de las Antillas con ciertos conocimientos de medicina adquiridos en la nación asiática, y tras trabajar como semi-esclavo en tareas agrícolas en la zona de Coliseo, Matanzas, se graduó, como galeno y tales fueron sus logros, que pudo trasladarse a la capital, donde logró una alta clientela y reputación.

En su consulta eran atendidos pacientes de todos los estratos sociales, en estado terminal y desahuciados por otros profesionales del ramo, que el salvaba mediante la utilización de remedios preparados, a partir de plantas de propiedades curativas, por cuya razón nació en la isla caribeña una recurrida y popular frase.

Se especuló en aquella época que el chino ejercía la medicina de forma ilegal y se dice que resultó encausado judicialmente bajo esos cargos, por lo que en 1871, abandonó la capital para refugiarse en la provincia de Matanzas, donde continuó su quehacer y creó un dispensario, hasta que la muerte tocó a su puerta.

Primero en la ciudad cabecera donde abrió un consultorio en Mercaderes esquina a San Diego con no menos popularidad que en La Habana, pero una nueva acusación en su contra hace que al año siguiente se traslade a Cárdenas.

Alrededor de su muerte se tejieron innumerables conjeturas ya que algunos lugareños decían que los familiares de un enfermo desafortunado se ocuparon de envenenarlo y otros aseguraban que el galeno oriental se había suicidado.

La bien ganada fama de Chang Bom Biá, trasciende a nuestros días al igual que la influencia de la medicina tradicional del pueblo asiático y el uso de la flora cubana, que alcanzó su máxima expresión en el doctor Juan Tomás Roig.

Cuentan que cobraba honorarios a los ricos y se conformaba diciéndole a los pobres: “Si tiene linelo paga pa mí. Si no tiene, no paga”, y lo cierto es que cuando alguien está en  grave estado de salud o en un gran lío, los cubanos exclaman: ¡A ese no lo salva ni el médico Chino!

La existencia de este singular y enigmático personaje constituye una incógnita para los historiadores de nuestro tiempo y sin lugar a dudas constituye uno de los primeros precursores de la medicina tradicional china en Cuba.

Fuente: Archivo histórico municipal de Cárdenas

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