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Esta es una palma real y de un árbol como este se presume cayó el infeliz de Cafunga

El liberto que cayó de una palma.

El hablar de las personas originarias de Cuba se caracteriza por la riqueza de expresiones derivadas de la mitología grecolatina y el folklore español y africano. Tal es el caso de la conocida frase “Morir como Cafunga”, que según el etnólogo y antrópolo Don Fernando Ortiz, estudioso de las raíces histórico culturales afrocubanas existen al menos dos versiones de su origen.

La primera y quizá la menos difundida, es que la voz Cafunga viene por alteración del vocablo Kakanfó, título conferido al guerrero Yoruba-Lucumí, (negros traídos como esclavos a la isla en el siglo XVI) cuyo valor lo convertía en héroe de su pueblo por tanto en una figura admirada dentro del folklore afrocubano.

La otra interpretación cuenta que un esclavo liberto experto en el arte de desmochar palmiche (fruto utilizado preferentemente para la alimentación del ganado porcino), a quien llamaban Cafunga, perdió la vida al caer estrepitosamente desde lo alto de una palma real (árbol nacional de Cuba que puede llegar a medir entre 40 y 50 pies), mientras hacía sus labores cotidianas.

El arriesgado ascenso a una palma real requiere el empleo de una trepadera, implemento compuesto por dos cuerdas cada una con su estribo, uno para colocar el pie y otro para la rodilla y partir de un cabo suelto se ejecuta la operación de llegar hasta el palmiche (de dos a ocho racimos de al menos 23 kg) y luego de realizar el corte con un afilado machete se desliza al suelo mediante una larga soga.

Lo cierto es que la frase “Morir como Cafunga” ha sobrevivido por más de un siglo en el argot popular del cubano y es mencionada cuando alguien muere de manera violenta, aunque generalmente se le confiere un sentido jocoso, dado el carácter de los naturales de la isla caribeña, para referirse a hechos fatales.

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