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John Rackham (1682- 1720), apodado Calico Jack, creó una de las banderas piratas más famosas.

Un día tormentoso a fines de octubre de 1720, el temible pirata inglés Calico Jack, y la desafiante irlandesa Anne Bonny, enfilaron la proa del Revenge (Venganza) hacia la pequeña rada de Boca de Jaruco, a unas 13 millas náuticas al nordeste de La Habana, la capital cubana.

Al tronar de los cañones, la más famosa de las parejas de piratas que merodeaban por el Caribe, ancló la veloz y artillada nave en este paradisíaco lugar de la costa norte de la provincia de La Habana, donde la batería hispana apenas pudo disparar sus culebrinas y falconetes.

Absorbidos por la naturaleza, cuentan que Calico y Anne navegaron río adentro en chalupas, mientras el resto de la tripulación cargaba carnes ahumadas, ron y agua potable en la casona que sirvió de dormitorio a los artilleros españoles en el fortín de Boca de Jaruco.

Jack pasó a la historia por incorporar a su tripulación a Anne Bonny y Mary Read, las mujeres piratas de mayor renombre.

La temible dama vestía siempre a la usanza hombruna, y era experta con el sable y en el tiro con arcabuz. Por su parte, el Capitán Jack, aparte de destreza con las armas, poseía el carisma de los grandes lobos de mar.

Después de unas horas de asueto por el lugar, el Revenge elevó anclas y bojeó la costa hasta cerca de Cojímar. Allí los esperaban algunos amigos que vivían en la Villa de San Cristóbal de La Habana, con la finalidad de albergar a Anne.

Allí en el más estricto misterio, traer al mundo al fruto de su romance con el impetuoso Calico Jack, cuya muerte en la horca tuvo lugar el 17 de noviembre de 1720 en la villa de Jamaica, pero Anne y su hijo sobrevivieron, gracias a la enorme fianza puesta por su acaudalado padre.

Aún los más viejos moradores de Boca de Jaruco cuentan a los novicios la historia que a sus abuelos les confesaron los tatarabuelos acerca de los amoríos de Anne y Jack en Boca de Jaruco, tierra aún de pescadores laboriosos y hospitalarios.

Algunos aseguran que con el crepúsculo y la luna en cuarto menguante ver desandar por la playa a los ilustres y despiadados pasajeros del Revenge, henchidos por el ron y en busca de escondrijos para sus tesoros.

Teco Sierra.

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